Traductor Carles Andreu Saburit
Páginas 728
Idioma Español
Publicación 2016 (2016)
Editorial Seix Barral
Julia y Jacob viven en Washington DC con sus tres hijos Sam, Max y Benjy. Júlia es arquitecta pero
no ejerce, Jacob guionista de televisión y Sam, el hijo mayor a punto de
cumplir trece años, se prepara para celebrar el bar mitzvá,
rito judío del paso a la adultez. Son los Blochs, la locuaz familia
protagonista de la novela.
Dos implosiones, una
interna y otra externa, dan un vuelco a la historia: la interna ocurre cuando
Julia descubre los mensajes guarros que Jacob intercambia con una desconocida,
desde su teléfono móvil secreto. La externa, cuando un terremoto devasta
Oriente Medio, sumiendo a Israel en el caos y lo expone a la invasión de sus
vecinos. Pero la familia tiene más enemigos; uno de ellos, siempre al acecho,
es la desconexión entre generaciones a causa de los distintos contextos
sociales y culturales en que han crecido. La del abuelo Irv y el padre Jacob,
patente: la del hijo Sam, abismal e ilustrada con mano maestra en una escena
desternillante. Va así:
Jacob mata el avatar de su hijo en el juego virtual “Other Life”, cuando distraídamente, coge unas flores
trampa – que resulta ser el Ramillete Mortal-. La empresa le pide 1.200 dólares
para “el renacimiento” del dichoso avatar. El diálogo histérico entre Jacob,
Sam y el interlocutor telefónico de la empresa “Other Life”
- alguien con un acento
casi impenetrable, que hacía todo lo posible para que no se notara que era un
indio imitando a un estadounidense -, es antológico.
Hay más temas (obsesiones) de fondo:
- El sexo, con una escena masturbatoria de Sam
que recuerda algunas del “Portnoy” de Roth.
- El peso de la historia, las
tradiciones y la religión en los judíos, cualquiera que sea su origen y su
grado de integración, y su obstinada adhesión a los rituales aún juzgándolos vacíos
de sentido.
- La tensión entre los judíos israelitas y los descendientes
de la diáspora, integrados en otros países. Los primeros exigen mayor
compromiso con la causa sionista a los segundos. Y éstos se debaten entre los
sentimientos de arraigo y los remordimientos de conciencia.
La estructura narrativa es como si arrojaran sobre la mesa
las piezas de un puzzle (secuencias y diálogos) y las fueras cogiendo al azar.
El truco es no preocuparse de la trama, disfrutar de cada pieza y dejar que el
puzzle se arme solo.
El recurso narrativo
principal es el diálogo, casi siempre ágil, terso y punzante:
Irv bajó las cuatro
ventanas y le dijo a Jacob:
—Te falta fuerza.
—Y a ti te falta
inteligencia. Juntos formamos una persona absolutamente incompleta.
—En serio, Jacob, ¿a
qué viene esa famélica necesidad de amor?
—En serio, papá, ¿a
qué viene esa famélica necesidad de diagnosticarme?
Pero a menudo se desliza hacia el revisionismo más irritante
y claustrofóbico, muy común entre los grandes escritores judíos como Bellow,
Roth o Malamud, que estos compensan con más amplios horizontes narrativos de
los que Foer carece.
Una novela ingeniosa, apoyada en diálogos chispeantes y con
dos o tres escenas antológicas. Para mi, redundante en las obsesiones judías
típicas; todo eso ya estaba dicho.
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