Título originalSelfies
TraductorJuan Mari Mendizabal
Páginas496
IdiomaEspañol
Publicación2014 (2017)
EditorialMaeva
“Selfies” es el séptimo libro de la serie “Departamento Q”
del danés Jussi Adler-Olsen, el más destacado escritor del Nordic Noir de su
país. En el sótano del edificio de la policía en Copenhague, el Departamento Q
investiga casos abiertos que no ha podido resolver la policía criminal. Lo
forman Carl Mørck, el jefe poco carismático, cínico y pasota; Hafez el-Assad,
de origen sirio y con un oscuro pasado nunca desvelado; Rose, vida personal
arrasada y desordenes de personalidad, pero excelentes dotes organizativas y de
análisis; y Gordon, el novato flaco y larguirucho, muy minucioso en su trabajo.
Otros personajes secundarios, excéntricos todos, juegan papeles relevantes en
algunas historias: Hardy, ex-policía parapléjico que vive con Carl; Morten, gay
muy sentimental que cuida de Hardy; Yrsa, la gemela de Rose que a veces echa
una mano oportuna…, entre otros.
“Selfies” es la tercera novela de la serie que leo. “La
mujer que arañaba las paredes” fue la primera en el 2011, me dejó cao y le di
un 10. A “Expediente 64” le di un 8 en el 2014, y empecé alguna otra que no
recuerdo y dejé sin terminar. Las novelas del amigo Jussi van de menos a más,
empiezan en plan tan cutre y caótico que pueden echar para atrás a algún lector
impaciente; pero, si aguantas, te verás recompensado por multitramas que
escalan hasta niveles notables de violencia ciega, situaciones absurdas con
buenos toques de humor y resoluciones originales.
Anne-Line Svendsen es una asistenta social quemada por años
de trabajo estéril que consiste en aprobar subvenciones destinadas a parásitos
sociales que abusan de todos los trucos imaginables para seguir chupando del
bote. Diagnosticada de cáncer de mama, decide pasar a la acción y traza un plan
para eliminar clientes fijos y sistémicos. Sus objetivos son Michelle, Jasmin y
Denise, tres chonis a las que
califica de “gorronas repugnantes” y decide quitar de en medio arrollándolas
con un coche robado. Por otro lado, la abuela de Denise aparece asesinada en un
parque. Y por otro, Rose, la ayudante de Carl, con un pasado de malos tratos
infantiles, es ingresada en un centro psiquiátrico. Esos tres hilos
argumentales tienen múltiples derivaciones: el abuelo de Denise fue un
carnicero nazi, la muerte del padre de Rose en un accidente de la metalúrgica
donde trabajaba, las historias personales de Michelle y Jasmin…La psicosis de
Anne-Line, provocada por estrés laboral, mejor explicada que la del parado de “Recursos
inhumanos” de Lemaitre.
La trama, que al principio parece poca cosa, funciona por
acumulación como en Thilliez. Las aguas mansas se agitan hasta convertirse en
sunami. El estilo, correcto, no ofende al lector exigente y los toques de humor
refrescan el clima. Las azarosas historias personales de los miembros del
equipo “Q” se van desgranando a través de toda la serie, razón suficiente para leerla
entera. Entretenida, a ratos simpática, trama compleja bien desarrollada con
algo de caótico, insensato y accidental que recuerda al gran Leif GW Persson. ¡Y
seguimos sin conocer el oscuro pasado de Assad!