jueves, 23 de noviembre de 2017

SELFIES (Departamento Q 07) de Jussi Adler-Olsen - Asistenta social asesina a sus "clientas" - Valoración 8,5/10

Título originalSelfies
TraductorJuan Mari Mendizabal
Páginas496
IdiomaEspañol
Publicación2014 (2017)
EditorialMaeva

“Selfies” es el séptimo libro de la serie “Departamento Q” del danés Jussi Adler-Olsen, el más destacado escritor del Nordic Noir de su país. En el sótano del edificio de la policía en Copenhague, el Departamento Q investiga casos abiertos que no ha podido resolver la policía criminal. Lo forman Carl Mørck, el jefe poco carismático, cínico y pasota; Hafez el-Assad, de origen sirio y con un oscuro pasado nunca desvelado; Rose, vida personal arrasada y desordenes de personalidad, pero excelentes dotes organizativas y de análisis; y Gordon, el novato flaco y larguirucho, muy minucioso en su trabajo. Otros personajes secundarios, excéntricos todos, juegan papeles relevantes en algunas historias: Hardy, ex-policía parapléjico que vive con Carl; Morten, gay muy sentimental que cuida de Hardy; Yrsa, la gemela de Rose que a veces echa una mano oportuna…, entre otros.

“Selfies” es la tercera novela de la serie que leo. “La mujer que arañaba las paredes” fue la primera en el 2011, me dejó cao y le di un 10. A “Expediente 64” le di un 8 en el 2014, y empecé alguna otra que no recuerdo y dejé sin terminar. Las novelas del amigo Jussi van de menos a más, empiezan en plan tan cutre y caótico que pueden echar para atrás a algún lector impaciente; pero, si aguantas, te verás recompensado por multitramas que escalan hasta niveles notables de violencia ciega, situaciones absurdas con buenos toques de humor y resoluciones originales.

Anne-Line Svendsen es una asistenta social quemada por años de trabajo estéril que consiste en aprobar subvenciones destinadas a parásitos sociales que abusan de todos los trucos imaginables para seguir chupando del bote. Diagnosticada de cáncer de mama, decide pasar a la acción y traza un plan para eliminar clientes fijos y sistémicos. Sus objetivos son Michelle, Jasmin y Denise, tres chonis a las que califica de “gorronas repugnantes” y decide quitar de en medio arrollándolas con un coche robado. Por otro lado, la abuela de Denise aparece asesinada en un parque. Y por otro, Rose, la ayudante de Carl, con un pasado de malos tratos infantiles, es ingresada en un centro psiquiátrico. Esos tres hilos argumentales tienen múltiples derivaciones: el abuelo de Denise fue un carnicero nazi, la muerte del padre de Rose en un accidente de la metalúrgica donde trabajaba, las historias personales de Michelle y Jasmin…La psicosis de Anne-Line, provocada por estrés laboral, mejor explicada que la del parado de “Recursos inhumanos” de Lemaitre.

La trama, que al principio parece poca cosa, funciona por acumulación como en Thilliez. Las aguas mansas se agitan hasta convertirse en sunami. El estilo, correcto, no ofende al lector exigente y los toques de humor refrescan el clima. Las azarosas historias personales de los miembros del equipo “Q” se van desgranando a través de toda la serie, razón suficiente para leerla entera. Entretenida, a ratos simpática, trama compleja bien desarrollada con algo de caótico, insensato y accidental que recuerda al gran Leif GW Persson. ¡Y seguimos sin conocer el oscuro pasado de Assad!
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sábado, 11 de noviembre de 2017

UNA MUJER CON ATRIBUTOS de Lilliam Hellman - Recopila dos libros de memorias: UNA MUJER INACABADA y PENTIMENTO - Valoración 8/10 y 9/10

Título originalAn Unfinished Woman y Pentimento
TraductorMireia Bofill Abelló y Marta Pessadorrona Artigas
Páginas576
IdiomaEspañol
Publicación1969-1973 (2014)
EditorialLumen

Con este título se recogen las memorias de Lillian Hellman (1905-1984) publicadas en dos libros: “Una mujer inacabada” (que no había leído) y “Pentimento” (que releo después de muchos años).

El primero, “Una mujer…” son memorias fragmentadas y apresuradas donde relata su infancia a caballo entre Nueva Orleans y Nueva York, sus primeros pasos en el alocado mundo editorial, su aborto sin anestesia y sus relaciones con diversos personajes literarios de la época, en especial, Dorothy Parker y Dashiell Hammett a los que dedica dos capítulos, quizás los mejores. La excéntrica e incisiva Parker fue su mejor amiga y con Hammett, hombre parco en palabras y de honestidad de acero, mantuvo una larga relación extramatrimonial. No oculta su antipatía por Hemingway ni lo poco que aprecia su obra, y su admiración por Faulkner y Fitzgerald. Alterna diarios de los años 30 y 40 en la Guerra Civil española y la Unión Soviética con textos escritos en los 60 donde relata su reencuentro con los mismos personajes que conoció en Valencia, Madrid, en misión cultural en Moscú o en un precipitado viaje al frente ruso; se trata de gente corriente o significativa como Otto Katz, al que aprecia y del que desconoce su papel en los servicios secretos soviéticos (Aparece en el libro de Koch, las memorias de Koestler y las de London). Hellman da la sensación de haber escrito “Una mujer inacabada” con impaciencia, cierta desgana y selección algo caprichosa de los hechos registrados.


 “Pentimento” gira en torno a su familia, padres, tías, y en concreto, a Bethe, calificada de concubina por vivir con un mafioso italiano, y el tío Willy, atractivo, aventurero, de personalidad arrolladora e involucrado en el tráfico de armas, provoca un enamoramiento fascinado en la joven Lillian. Central y polémica la historia de Julia, amiga de la infancia y activista anti-nazi en la Alemania anterior a la guerra, constituye un relato de puro género de espionaje. El lector quiere saber más sobre las actividades antinazis de Julia y la organización clandestina que la respalda, pero Hellman no lo cuenta porque no lo sabe, más allá de misteriosos contactos y notas manuscritas entregadas en mano por desconocidos. La polémica vino porque se asoció a Julia con un personaje real, Muriel Gardiner, a la que Hellman afirmó no haber conocido nunca. Sobre este episodio hay película, “Julia” dirigida por Fred Zinnemann (1977),  y protagonizada por Jane Fonda y Vanessa Redgrave.
Otro episodio brillante, quizá el que más, es el que cuenta su relación con el abogado, millonario y excéntrico, Arthur W. A. Cowan; personaje fuerte y contradictorio que recuerda al tio Willy. Hammett, perspicaz, define a Arthur como “un loco que finge que está loco”. Parece que a Hellman le atraen los tipos duros y disociativos si en su trato con ella demuestran un gran corazón; como en el caso de Samuel Goldwyn, el mítico productor, del que cita la famosa frase: «un contrato verbal no vale ni el papel en que se ha escrito».

Echo en falta más detalles sobre el Comité de Actividades Antiestadounidenses de McCarthy ante el que declaró ella, Hammett y muchos otros (hay un encuentro fugaz con Howard Fast), y que ocasionó su ostracismo en Hollywood.

Mujer de carácter, impulsiva, ardiente, irritable y desafiante, con mucho ímpetu, guiada más por el instinto que por la reflexión; declara desconocer el amor romántico, pero siempre en alerta intuitiva, muestra una sutil sensibilidad para captar los estratos más recónditos de la mente humana. A Hellman, los gestos, posturas y silencios le dicen más que las palabras. 8 para “una mujer inacabada” y 9 para “Pentimento”
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sábado, 4 de noviembre de 2017

LA VOZ DEL AMO de Stanislaw Lem - leer una cinta perforada de computadora con una pianola - Valoración 9/10

Título originalGłos Pana
TraductorAbel Murcia | Katarzyna Mołoniewicz
Páginas304
IdiomaEspañol
Publicación1968 (2017)
EditorialImpedimenta

Supongamos que has terminado un par de libros, digamos que de filosofía o teoría económica, de esos que, por su densidad conceptual, te obligan a estar concentrado y tomar abundantes notas, y quieres obsequiarte con un “break”, solo para relajarte un poco, entrar en ese letargo reparador sin sumirte en la más profunda estupidez. De acuerdo, eres humano y nadie te lo reprochará. Echas un vistazo a la estantería y te fijas en un Stanislaw Lem, “La voz del amo”. Lo tienes desde hace años y, por alguna razón que no recuerdas, aun no lo has leído. Te dices, venga, un poco de ciencia ficción inteligente me sentará bien. ¡Error! Ya en la primera página te das cuenta de que tienes que espabilar las neuronas, colocarlas en formación de combate y recuperar el blog de notas.

Son las memorias del prestigioso matemático Peter Hogarth componente de un grupo secreto creado por el gobierno de Estados Unidos para descifrar un mensaje estelar llegado en forma de chorro de neutrinos. Peter narra en primera persona como se identificó el mensaje gracias a su estructura circular, su implicación en el grupo de investigación formado por humanistas y científicos de múltiples especialidades, las discusiones, debates y experimentos del grupo, el hallazgo fallido de un arma total, y, finalmente, la disolución impotente del grupo.
El descifrado de un fragmento ínfimo del mensaje permite la sintetización de una masa gelatinosa a la que llaman “Huevos de rana” y otra masa carnosa a la que llaman “El señor de las moscas” porque produce una frenética excitación a los insectos cercanos.

Se barajan interesantes hipótesis cosmológicas como la del ciclo de expansión y contracción del universo cada 30.000 millones de años. El haz de neutrinos es como una memoria cósmica, un código genético universal que permite el desarrollo del nuevo universo tras el colapso:
Se trata de una fisura entre el espacio “positivo” que va desapareciendo, el nuestro, y el otro, el “negativo”… Esa fisura permanece abierta, no cicatriza, no se cierra, porque la radiación —¡precisamente la radiación de neutrinos!— no para de ensancharla.”
El colofón muestra la incapacidad de la mente humana para interpretar una mente muy superior. Sería como leer una cinta perforada de computadora con una pianola, inocuo pero estéril.

La novela es un apabullante despliegue de especulación holística (pluridisciplinar) en que intervienen todas las ramas del conocimiento humano: cosmología, filosofía, ética, antropología, física y química, psicología, matemáticas, teoría de sistemas, teoría de la información, probabilidad, biología evolutiva, lingüística…, sin olvidar la teoría literaria del género autobiográfico.
El condimento literario lo pone el factor humano: las rivalidades y recelos entre los científicos, la intriga belicista del gobierno y el suspense de si se logrará descifrar el mensaje. Inserta la historia personal de alguno de los científicos como la de Rappaport que presenció de niño una ejecución de las SS. Lo completan el buen pulso de Lem para trazar personajes creíbles y un ligero, pero refrescante, toque de humor.
Gran novela si puedes leerla con todas tus antenas de conocimiento desplegadas y tus sinapsis en estado de alerta. No es la obra más adecuada para entrar en el mundo de Stanislaw Lem (mejor Solaris o Diarios de las estrellas), pero si superas el primer tercio la disfrutarás. 
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jueves, 2 de noviembre de 2017

CUIDAR LA LIBERTAD de Richard Rorty - Complica la filosofía y simplifica la política - Valoración 8/10

Páginas: 208
Año publicación: 2005
Editorial: TROTTA

El libro reúne varias entrevistas a Richard Rorty entre 1982 y 2001, sobre filosofía y política, con una introducción a cargo del filósofo colombiano Eduardo Mendieta. En su excelente presentación de la figura y la obra de Rorty, Mendieta lo califica de “outsider sin nostalgia, tábano socrático, desmistificador irreverente, perpetuo soñador intempestivo, profeta heroico de los nuevos amaneceres, ingenioso con don de gentes, productor magistral de bricolaje moderno y crítico patriota de un país incompleto.” Y lo entiende como “una anomalía americana peculiarmente extraña.”

Richard Rorty (1931-2007) fue un filósofo de formación analítica, luego giró hacia el pragmatismo de Dewey, James y Sellars y tendió puentes a la filosofía continental de Nietzsche, Gadamer, Derrida y Habermas, del que era amigo. Se declara antimetafísico y siente fascinación por Hegel y Heidegger. Para que conste: yo me tomo la filosofía como mera gimnasia mental y siento pocas simpatías por la mayoría de autores que le gustan a Rorty (excepto Dewey y James). Hace muchos años leí algún libro de Rorty y me pareció interesante y algo confuso; más recientemente, he leído “Miedo al conocimiento” de Paul Boghossian (anti-Rorty total) y volvió a despertar mi interés. Por otro lado, veo mucho respeto a Derrida y a mí no me entra ni con embudo. Veré si puedo hacer algo al respecto.

En filosofía Rorty es antiplatónico y antimetafísico; niega que la mente tenga acceso privilegiado a la esencia de las cosas. Ve la filosofía como un “asunto interno” de los filósofos y cuestiona su relevancia social: “La filosofía es una tradición intelectual importante. Si no se ha leído a Kant, no se puede leer a Hegel. Si no se ha leído a Platón, no se puede leer a Kant. Alguien tiene que absorber todo esto, al fin y al cabo son libros bastante complicados. (…) Creo que a veces los filósofos valoran demasiado su posición en la sociedad y en la cultura, y creo que la izquierda en particular valora demasiado el papel de la filosofía.
Es anti dualista (no hay separación mente—cuerpo) y explica la construcción dualista de Descartes como un diseño para asegurar el estudio de la física en un entorno religioso hostil a su práctica.
La condición humana está inmersa en el flujo evolutivo y no hay Verdad ni trascendencia fuera de él. Cada contexto produce su vocabulario descriptivo y no hay Verdad objetiva fuera o por encima del contexto, ni vocabulario privilegiado que permita a un público escapar a sus límites humanos y ver la totalidad de lo posible. Esta forma de relativismo es la que le discute Boghossian.
Por encima de la filosofía, que es cosa de especialistas, está la política y la ética. En ética defiende la separación de lo privado y lo público: “Mientras que los ciudadanos persiguen en lo privado su sueño de perfección, en lo público están unidos por la solidaridad y el respeto mutuo. Si en nuestras vidas privadas aspiramos a lo sublime, en lo público queremos «evitar la crueldad y el dolor”.

En política se define de la vieja izquierda del New Deal, apuesta por reformas útiles y no por revoluciones. Se trata de luchar por reordenamiento inteligente de lo existente con el fin de “impedir que los ricos desvalijen a los pobres”. Critica la izquierda posterior a los años sesenta en USA por no conseguir que la clase trabajadora blanca apoye una legislación progresista.
Sobre la globalización dice que “Su efecto principal es dar todavía más poder a los ricos. (…) A los ricos siempre se les ha dado bien utilizar los últimos desarrollos tecnológicos para estafar a los pobres.”
Cuando habla de filosofía, Rorty, complica las cosas; si habla de política, las simplifica. Refiriéndose a la proliferación de “culturas” dice: “Yo propondría que hablásemos de prejuicios en lugar de grupos. Antes de que supiéramos que había una cultura afro-americana, o gay, o femenina, hablábamos de negros, gays y mujeres que lo pasaban mal innecesariamente porque la gente tenía prejuicios contra ellos. Supongo que no me queda claro por qué se dice algo más con el descubrimiento de que todos tenemos culturas, o con el fomento de las culturas.”

Todas las entrevistas van precedidas de buenas introducciones al tema que van a tratar, son interesantes y de gran calidad; pero destacaría la que llevan a cabo Derek Nystrom y Kent Puckett bajo el título de “Contra los jefes, contra las oligarquias”. Es incisiva, respetuosa pero beligerante; aprietan a Rorty hasta casi acorralarle. Por momentos parece que el entrevistador sabe más que el entrevistado y se propone cortarle el aire y desarmarlo, sacando a la luz sus carencias. Rorty sabe responder con humildad y dar la razón al otro cuando la tiene; cosa muy rara por estos lares.

Nuevos nombres y deberes: Erik Olin Wright, Joel Rogers y Josh Cohén, marxistas anlíticos que ofrecen soluciones locales a problemas concretos. Michael Williams y Robert Brandom, admirados por Rorty. Leer algo de Dewey y Gadamer.
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