Título originalAn Unfinished Woman y Pentimento
TraductorMireia Bofill Abelló y Marta Pessadorrona Artigas
Páginas576
IdiomaEspañol
Publicación1969-1973 (2014)
EditorialLumen
Con este título se recogen las memorias de Lillian Hellman
(1905-1984) publicadas en dos libros: “Una mujer inacabada” (que no había leído)
y “Pentimento” (que releo después de muchos años).
El primero, “Una mujer…” son memorias fragmentadas y
apresuradas donde relata su infancia a caballo entre Nueva Orleans y Nueva
York, sus primeros pasos en el alocado mundo editorial, su aborto sin anestesia
y sus relaciones con diversos personajes literarios de la época, en especial, Dorothy
Parker y Dashiell Hammett a los que dedica dos capítulos, quizás los mejores.
La excéntrica e incisiva Parker fue su mejor amiga y con Hammett, hombre parco
en palabras y de honestidad de acero, mantuvo una larga relación
extramatrimonial. No oculta su antipatía por Hemingway ni lo poco que aprecia
su obra, y su admiración por Faulkner y Fitzgerald. Alterna diarios de los años
30 y 40 en la Guerra Civil española y la Unión Soviética con textos escritos en
los 60 donde relata su reencuentro con los mismos personajes que conoció en
Valencia, Madrid, en misión cultural en Moscú o en un precipitado viaje al
frente ruso; se trata de gente corriente o significativa como Otto Katz, al que
aprecia y del que desconoce su papel en los servicios secretos soviéticos (Aparece en el libro de Koch, las memorias de Koestler y las de London). Hellman da la sensación de haber escrito
“Una mujer inacabada” con impaciencia, cierta desgana y selección algo
caprichosa de los hechos registrados.
“Pentimento” gira en
torno a su familia, padres, tías, y en concreto, a Bethe, calificada de
concubina por vivir con un mafioso italiano, y el tío Willy, atractivo,
aventurero, de personalidad arrolladora e involucrado en el tráfico de armas,
provoca un enamoramiento fascinado en la joven Lillian. Central y polémica la
historia de Julia, amiga de la infancia y activista anti-nazi en la Alemania
anterior a la guerra, constituye un relato de puro género de espionaje. El
lector quiere saber más sobre las actividades antinazis de Julia y la
organización clandestina que la respalda, pero Hellman no lo cuenta porque no
lo sabe, más allá de misteriosos contactos y notas manuscritas entregadas en
mano por desconocidos. La polémica vino porque se asoció a Julia con un
personaje real, Muriel Gardiner, a la que Hellman afirmó no haber conocido
nunca. Sobre este episodio hay película, “Julia” dirigida por Fred Zinnemann
(1977), y protagonizada por Jane Fonda y
Vanessa Redgrave.
Otro episodio brillante, quizá el que más, es el que cuenta
su relación con el abogado, millonario y excéntrico, Arthur W. A. Cowan;
personaje fuerte y contradictorio que recuerda al tio Willy. Hammett,
perspicaz, define a Arthur como “un loco que finge que está loco”. Parece que a
Hellman le atraen los tipos duros y disociativos si en su trato con ella
demuestran un gran corazón; como en el caso de Samuel Goldwyn, el mítico
productor, del que cita la famosa frase: «un contrato verbal no vale ni el
papel en que se ha escrito».
Echo en falta más detalles sobre el Comité de Actividades
Antiestadounidenses de McCarthy ante el que declaró ella, Hammett y muchos
otros (hay un encuentro fugaz con Howard Fast), y que ocasionó su ostracismo en
Hollywood.
Mujer de carácter, impulsiva, ardiente, irritable y
desafiante, con mucho ímpetu, guiada más por el instinto que por la reflexión;
declara desconocer el amor romántico, pero siempre en alerta intuitiva, muestra
una sutil sensibilidad para captar los estratos más recónditos de la mente
humana. A Hellman, los gestos, posturas y silencios le dicen más que las
palabras. 8 para “una mujer inacabada” y 9 para “Pentimento”
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