jueves, 2 de noviembre de 2017

CUIDAR LA LIBERTAD de Richard Rorty - Complica la filosofía y simplifica la política - Valoración 8/10

Páginas: 208
Año publicación: 2005
Editorial: TROTTA

El libro reúne varias entrevistas a Richard Rorty entre 1982 y 2001, sobre filosofía y política, con una introducción a cargo del filósofo colombiano Eduardo Mendieta. En su excelente presentación de la figura y la obra de Rorty, Mendieta lo califica de “outsider sin nostalgia, tábano socrático, desmistificador irreverente, perpetuo soñador intempestivo, profeta heroico de los nuevos amaneceres, ingenioso con don de gentes, productor magistral de bricolaje moderno y crítico patriota de un país incompleto.” Y lo entiende como “una anomalía americana peculiarmente extraña.”

Richard Rorty (1931-2007) fue un filósofo de formación analítica, luego giró hacia el pragmatismo de Dewey, James y Sellars y tendió puentes a la filosofía continental de Nietzsche, Gadamer, Derrida y Habermas, del que era amigo. Se declara antimetafísico y siente fascinación por Hegel y Heidegger. Para que conste: yo me tomo la filosofía como mera gimnasia mental y siento pocas simpatías por la mayoría de autores que le gustan a Rorty (excepto Dewey y James). Hace muchos años leí algún libro de Rorty y me pareció interesante y algo confuso; más recientemente, he leído “Miedo al conocimiento” de Paul Boghossian (anti-Rorty total) y volvió a despertar mi interés. Por otro lado, veo mucho respeto a Derrida y a mí no me entra ni con embudo. Veré si puedo hacer algo al respecto.

En filosofía Rorty es antiplatónico y antimetafísico; niega que la mente tenga acceso privilegiado a la esencia de las cosas. Ve la filosofía como un “asunto interno” de los filósofos y cuestiona su relevancia social: “La filosofía es una tradición intelectual importante. Si no se ha leído a Kant, no se puede leer a Hegel. Si no se ha leído a Platón, no se puede leer a Kant. Alguien tiene que absorber todo esto, al fin y al cabo son libros bastante complicados. (…) Creo que a veces los filósofos valoran demasiado su posición en la sociedad y en la cultura, y creo que la izquierda en particular valora demasiado el papel de la filosofía.
Es anti dualista (no hay separación mente—cuerpo) y explica la construcción dualista de Descartes como un diseño para asegurar el estudio de la física en un entorno religioso hostil a su práctica.
La condición humana está inmersa en el flujo evolutivo y no hay Verdad ni trascendencia fuera de él. Cada contexto produce su vocabulario descriptivo y no hay Verdad objetiva fuera o por encima del contexto, ni vocabulario privilegiado que permita a un público escapar a sus límites humanos y ver la totalidad de lo posible. Esta forma de relativismo es la que le discute Boghossian.
Por encima de la filosofía, que es cosa de especialistas, está la política y la ética. En ética defiende la separación de lo privado y lo público: “Mientras que los ciudadanos persiguen en lo privado su sueño de perfección, en lo público están unidos por la solidaridad y el respeto mutuo. Si en nuestras vidas privadas aspiramos a lo sublime, en lo público queremos «evitar la crueldad y el dolor”.

En política se define de la vieja izquierda del New Deal, apuesta por reformas útiles y no por revoluciones. Se trata de luchar por reordenamiento inteligente de lo existente con el fin de “impedir que los ricos desvalijen a los pobres”. Critica la izquierda posterior a los años sesenta en USA por no conseguir que la clase trabajadora blanca apoye una legislación progresista.
Sobre la globalización dice que “Su efecto principal es dar todavía más poder a los ricos. (…) A los ricos siempre se les ha dado bien utilizar los últimos desarrollos tecnológicos para estafar a los pobres.”
Cuando habla de filosofía, Rorty, complica las cosas; si habla de política, las simplifica. Refiriéndose a la proliferación de “culturas” dice: “Yo propondría que hablásemos de prejuicios en lugar de grupos. Antes de que supiéramos que había una cultura afro-americana, o gay, o femenina, hablábamos de negros, gays y mujeres que lo pasaban mal innecesariamente porque la gente tenía prejuicios contra ellos. Supongo que no me queda claro por qué se dice algo más con el descubrimiento de que todos tenemos culturas, o con el fomento de las culturas.”

Todas las entrevistas van precedidas de buenas introducciones al tema que van a tratar, son interesantes y de gran calidad; pero destacaría la que llevan a cabo Derek Nystrom y Kent Puckett bajo el título de “Contra los jefes, contra las oligarquias”. Es incisiva, respetuosa pero beligerante; aprietan a Rorty hasta casi acorralarle. Por momentos parece que el entrevistador sabe más que el entrevistado y se propone cortarle el aire y desarmarlo, sacando a la luz sus carencias. Rorty sabe responder con humildad y dar la razón al otro cuando la tiene; cosa muy rara por estos lares.

Nuevos nombres y deberes: Erik Olin Wright, Joel Rogers y Josh Cohén, marxistas anlíticos que ofrecen soluciones locales a problemas concretos. Michael Williams y Robert Brandom, admirados por Rorty. Leer algo de Dewey y Gadamer.
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