Páginas: 208
Año publicación:
2005
Editorial: TROTTA
El libro reúne
varias entrevistas a Richard Rorty entre 1982 y 2001, sobre filosofía y
política, con una introducción a cargo del filósofo colombiano Eduardo Mendieta.
En su excelente presentación de la figura y la obra de Rorty, Mendieta lo
califica de “outsider sin nostalgia, tábano
socrático, desmistificador irreverente, perpetuo soñador intempestivo,
profeta heroico de los nuevos amaneceres, ingenioso con don de gentes,
productor magistral de bricolaje moderno y crítico patriota de un país
incompleto.” Y lo entiende como “una anomalía americana peculiarmente extraña.”
Richard Rorty
(1931-2007) fue un filósofo de formación analítica, luego giró hacia el
pragmatismo de Dewey, James y Sellars y tendió puentes a la filosofía
continental de Nietzsche, Gadamer, Derrida y Habermas, del que era amigo. Se
declara antimetafísico y siente fascinación por Hegel y Heidegger. Para que
conste: yo me tomo la filosofía como mera gimnasia mental y siento pocas
simpatías por la mayoría de autores que le gustan a Rorty (excepto Dewey y
James). Hace muchos años leí algún libro de Rorty y me pareció interesante y
algo confuso; más recientemente, he leído “Miedo al conocimiento” de Paul
Boghossian (anti-Rorty total) y volvió a despertar mi interés. Por otro lado,
veo mucho respeto a Derrida y a mí no me entra ni con embudo. Veré si puedo
hacer algo al respecto.
En filosofía Rorty
es antiplatónico y antimetafísico; niega que la mente tenga acceso privilegiado
a la esencia de las cosas. Ve la filosofía como un “asunto interno” de los
filósofos y cuestiona su relevancia social: “La filosofía es una tradición intelectual importante. Si no se ha leído
a Kant, no se puede leer a Hegel. Si no se ha leído a Platón, no se puede leer
a Kant. Alguien tiene que absorber todo esto, al fin y al cabo son libros
bastante complicados. (…) Creo que a
veces los filósofos valoran demasiado su posición en la sociedad y en la
cultura, y creo que la izquierda en particular valora demasiado el papel de la
filosofía.”
Es anti dualista
(no hay separación mente—cuerpo) y explica la construcción dualista de
Descartes como un diseño para asegurar el estudio de la física en un entorno
religioso hostil a su práctica.
La condición humana
está inmersa en el flujo evolutivo y no hay Verdad ni trascendencia fuera de
él. Cada contexto produce su vocabulario descriptivo y no hay Verdad objetiva
fuera o por encima del contexto, ni vocabulario privilegiado que permita a un
público escapar a sus límites humanos y ver la totalidad de lo posible. Esta
forma de relativismo es la que le discute Boghossian.
Por encima de la
filosofía, que es cosa de especialistas, está la política y la ética. En ética
defiende la separación de lo privado y lo público: “Mientras que los ciudadanos persiguen en lo privado su sueño de
perfección, en lo público están unidos por la solidaridad y el respeto mutuo.
Si en nuestras vidas privadas aspiramos a lo sublime, en lo público queremos
«evitar la crueldad y el dolor”.
En política se
define de la vieja izquierda del New Deal, apuesta por reformas útiles y no por
revoluciones. Se trata de luchar por reordenamiento inteligente de lo existente
con el fin de “impedir que los ricos desvalijen a los pobres”. Critica la
izquierda posterior a los años sesenta en USA por no conseguir que la clase
trabajadora blanca apoye una legislación progresista.
Sobre la
globalización dice que “Su efecto principal es dar todavía más poder a los
ricos. (…) A los ricos siempre se les ha dado bien utilizar los últimos
desarrollos tecnológicos para estafar a los pobres.”
Cuando habla de
filosofía, Rorty, complica las cosas; si habla de política, las simplifica.
Refiriéndose a la proliferación de “culturas” dice: “Yo propondría que hablásemos de prejuicios en lugar de grupos. Antes de
que supiéramos que había una cultura afro-americana, o gay, o femenina,
hablábamos de negros, gays y mujeres que lo pasaban mal innecesariamente porque
la gente tenía prejuicios contra ellos. Supongo que no me queda claro por qué
se dice algo más con el descubrimiento de que todos tenemos culturas, o con el
fomento de las culturas.”
Todas las
entrevistas van precedidas de buenas introducciones al tema que van a tratar,
son interesantes y de gran calidad; pero destacaría la que llevan a cabo Derek
Nystrom y Kent Puckett bajo el título de “Contra los jefes, contra las
oligarquias”. Es incisiva, respetuosa pero beligerante; aprietan a Rorty hasta
casi acorralarle. Por momentos parece que el entrevistador sabe más que el
entrevistado y se propone cortarle el aire y desarmarlo, sacando a la luz sus
carencias. Rorty sabe responder con humildad y dar la razón al otro cuando la
tiene; cosa muy rara por estos lares.
Nuevos nombres y
deberes: Erik Olin Wright, Joel Rogers y Josh Cohén, marxistas anlíticos que ofrecen
soluciones locales a problemas concretos. Michael Williams y Robert Brandom,
admirados por Rorty. Leer algo de Dewey y Gadamer.
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