Traductor Márgara Villegas]
Páginas 127
Idioma Español
Publicación 1949 (1996)
Editorial Fondo de Cultura Económica
Leo este librito de Russell para tomar aliento, coger
fuerzas antes de emprender la lectura de un Derrida de título “El fundamento
místico de la autoridad”. Debo leer a Derrida para que no se diga que si hablo
sin conocimiento de causa… que no puedo criticar algo que no conozco… y cosas
así. Voy a leer un Derrida ¿Vale? Lo haré. Pero una simple ojeada me convence
de que nada ni nadie podrá ayudarme. Me temo; pobre de mi.
Pronto me doy cuenta de que el librito de Russell no me va
servir para armarme contra Derrida; pero como es cortito y del “maestro”,
venga, me lo zampo. Va de cómo compaginar la necesidad de un gobierno que
cohesione y regule la sociedad compleja, con la salvaguarda de la iniciativa
personal que garantiza la innovación y el progreso. El libro de Derrida no sé
de qué va. No me basta con una ojeada y, por lo que veo, no me bastará ni con
leerlo tres veces.
Russell no trata de todas las formas de autoridad (personal,
intelectual o carismática), nos habla de la autoridad política cuya misión es garantizar la cohesión social,
evitar los conflictos que se derivan del instinto agresivo del individuo y la
tribu y estimular la creatividad individual y local descentralizando el máximo
de competencias.
El gobierno debe ocuparse de garantizar seguridad, justicia
y conservación.
- La seguridad, en el sentido de protección
de la vida y de la propiedad.
-
El estado debe intervenir para asegurar la justicia,
principalmente la económica.
-
La conservación se refiere a las infraestructuras y,
sobre todo, a los recursos naturales.
Todo lo demás debe dejarse a los gobiernos locales. Propone
un gobierno mundial a cargo de esas tres necesidades (que incluyen preservar la
paz) y una confederación de gobiernos autónomos que gestionen a su manera la economía
local, la enseñanza o la sanidad.
Hace una interesante defensa de la industria artesana que me
recuerda la que a mí, no se cómo, se me
ha metido en la cabeza: para paliar el desempleo, los ayuntamientos y otras
entidades locales deberían promover las cooperativas laborales para fabricar
productos básicos (textiles, muebles o butifarras), con el fin de emplear y
pagar sueldos. La solidaridad haría que funcionara: sabes exactamente cuanto
empleo generan, en tu pueblo o comarca, los productos que consumes. Creo que la
globalización y la deslocalización desertizan muchos territorios y la economía
cooperativa es un buen remedio. Se trata de empezar y crecer con la experiencia.
Un librito básico, escrito con la claridad y capacidad de síntesis
que caracteriza a Russell, no exento de ese molesto aire de soflama, de
sermoneo, que tienen todos los discursos cuando se ponen morales.
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