miércoles, 10 de mayo de 2017

DOS HISTORIAS NADA DECENTES de Alan Bennett - Humor británico con moraleja - Valoración 8 sobre 10

Título original Smut: Two Unseemly Stories
Traductor Jaime Zulaika
Páginas 160
Idioma Español
Publicación 2011 (2013)
Editorial Anagrama 
 
Siempre he pensado que los buenos humoristas son personas muy serias. Lo dijo J. B. Priestley al afirmar que el humor consiste en “pensar en broma mientras se siente en serio” y Oscar Wilde en su famosa cita “la vida es demasiado importante para tomarla en serio”. La parte triste, decepcionante y hasta trágica de la vida es obvia; pero ¿quién se conforma con lo obvio? Hay que buscarle las vueltas. “Buscar las vueltas” es la máxima expresión de la inteligencia humana; es lo que nos hace avanzar; lo que hacen los científicos, filósofos, artistas y…humoristas. Los déspotas y fanáticos siempre han perseguido a los que buscaban las vueltas; pero, sin éstos, seguiríamos pensando que la tierra es plana.

En el antiguo Oriente Próximo, cuna de las religiones modernas, no había mucho humor. Ni en el Gigamesh (2.700 a. c.), la obra literaria más antigua del mundo considerada el precedente de la historia de Noé y el diluvio, no hay humor; la gente se dedicaba a masacrase y a buscar la inmortalidad. Tampoco lo hay en el Antiguo testamento en el que, básicamente, se dedicaban a lo mismo. No lo busques en la Ilíada ni en la Odisea (siglo VIII a. c.). Hay que esperar a la Comedia Griega (siglo V a. c.) cuando se pudo cuestionar la religión y la autoridad sin peligro inminente de muerte.

Pero volvamos del pasado remoto; siempre que me remonto tan lejos, recuerdo la anécdota de M. Yourcenar en sus memorias:

Antes del nacimiento del mundo», declama pomposamente en su cómico alegato el Demandado de Racine. «¡Abogado, por favor, pasemos al Diluvio!», exclama el juez ahogando un bostezo.”

No voy a hablar sobre la historia del humor o el análisis de los estilos humorísticos. Quien esté interesado, puede dedicar una hora al estupendo artículo de la Wikipedia (mejor en inglés) y a sus muchas derivaciones:




Me gusta el humor en todas sus formas y estilos; desde el más cáustico al más sutil, el humor cómplice, el agresivo, el autocrítico, la insinuación, la sátira, el absurdo, el macabro o el cotidiano; aunque prefiero la sonrisa a la carcajada. Y en literatura, prefiero las obras en que el humor aparece, pero no es el objetivo principal.

Voy a dedicar - hasta donde mi inconstancia y distracción me lo permitan- algunas entradas a la novela contemporánea de humor británico. Al menos ya tengo dos reseñas casi a punto: ésta sobre Alan Bennett y otra sobre David Lodge. Tengo que releer “Los viejos demonios” de Kingsley Amis, y luchar contra mi tendencia a la dispersión porque ya estoy pensando en leer algo de T. C. Boyle que es humorista, sí, pero norteamericano. ¡Joder! Y ahora me viene a la cabeza Robertson Davies, que es canadiense. Y lo que, entre tanto, se me ponga por delante. ¡Qué daría por los doscientos ojos para leer del Saltizón Volante!


Dos historias nada decentes.


Las protagonistas de estos dos relatos son dos mujeres maduras, en la cincuentena, que viven sendos procesos de liberación: una, la señora Donaldson, gracias a lo que aprende, y otra, la señora Forbes, debido a lo que sabe y oculta. Escritas en lenguaje directo y conciso, de humor más explícito que irónico, son historias de enredo con moraleja. El envoltorio es simpático y el regalo original.


La señora Donaldson rejuvenece.

La señora Donaldson, reciente viuda de Ciryl (el nombre lo dice todo) y escasa de medios económicos, acepta un trabajo de “simuladora” en el hospital universitario. También admite como inquilinos a una joven pareja de estudiantes, en contra del criterio de su estricta hija Gwen, casada con un dentista, cuyo cometido –según opinión de la señora Donaldson- “era representar a su padre en la tierra”.

Gracias a su éxito como actriz hospitalaria y a la pobreza de sus jóvenes inquilinos, que le pagan el alquiler con sesiones de sexo en directo, en la señora Donaldson, despierta una libido entumecida por largos años de aburrida convivencia con su marido Ciryl:

El coito normal era una actividad con la que incluso la señora Donaldson estaba relativamente familiarizada, aunque en este caso se practicaba con mayor vigor y variación de los que ella había experimentado en su vida.”

Y hasta aquí puedo contar.



La ignorancia de la señora Forbes.

Todos mienten, disimulan u ocultan lo que saben, y eso hace que el mundo funcione; de no ser así, la convivencia colapsaría. La señora Forbes ignora que su hijo es homosexual, que su marido se acuesta con su nuera…pero ¿realmente lo ignora? Pensamos que lo sabemos todo de los demás y somos capaces de ocultarles lo que no queremos que ellos sepan de nosotros. Error.

Una buena comedia de enredo basada en la falsa ignorancia mutua.

Bennett es dramaturgo y guionista, y eso se nota en estas dos novelas breves que, apoyadas en mucho diálogo, te las imaginas convertidas en una sitcom u obra teatral.

Ahora a por David Lodge y Kingsley Amis.
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