sábado, 19 de agosto de 2017

PAISAJE PINTADO CON TÉ de Mirolad Pavic - Nunca leerás nada parecido, no la olvidarás y no dejarás de releerla. Valoración 9,5/10

Título original Predeo slikan ćajem
Traductor Luisa Garrido | Marina Ljujic
Páginas 387
Idioma Español
Publicación 1988 (1991)
Editorial Anagrama
 
Milorad Pavic dijo: “Siempre hemos hablado de escritores con talento; tenemos que empezar a hablar de lectores talentosos i dotados”. Bruckner, brillante crítico y columnista, en su notable reseña de “El diccionario Jázaro” dijo: “ Él (Pavic) se satisface en la mejor provocación para crearlos”. Sin duda, un buen aficionado a la literatura – a la música, pintura o gastronomía - , cuanto más sabe de su materia, más la disfruta.
Si digo ¡que nadie se asuste!, será peor, y más de uno saldrá por piernas (de hecho ya se han dado a la fuga media docena). Así que confio en que otra media docena llegue al final de la reseña y tres lean esta genial novela. Me daré por satisfecho.
Milorad Pavic es uno de esos autores sobre los que la crítica vierte calificativos que alertan –justificadamente- a muchos lectores: narrativa hipertextual, literatura ergótica, trama no lineal, novela experimental…, y demás palabrejos de ese pelaje; lo que viene a decir que, a cambio de un pequeño esfuerzo extra, propone al lector hacer de la lectura juego, una nueva experiencia distinta a la tradicional.
Desde Laurence Sterne y Diderot en el siglo XVIII, algunos autores intrépidos hacen cosas así: Borges, Umberto Eco, George Perec, Italo Calvino, John Barth, Pynchon, Wallace o Mark Danielewski. Cortázar, en “Rayuela”, ofrecía un orden no lineal de los capítulos. Que el juego resulte estimulante o quede en simple extravagancia, es cosa que cada lector decidirá. Vaya por delante que yo no soy un fan de las vanguardias y que lo original tambien puede ser trivial; pero en Pavic no hay ni gota de triviaalidad, en absoluto, para nada.

Paisaje pintado con té.

O Kafka en el “pais de las maravillas” contado a dos manos por el deuteronomista bíblico y el autor anónimo de “Las mil y una noches”.

Llevaban las puntas de los bigotes trenzadas como un látigo. No habían reído durante generaciones y las arrugas marcaban sus años en la parte superior de sus caras.”
Es la primera frase y la intensidad no decae en las 387 páginas de la obra.
Para empezar, te diré que si eres aficionada a anotar citas profundas y oscuras, rotundas, sutiles o chocantes, estás en tu paraiso. Eso si, asegurate de estar bien provista de blocs y bolígrafos, pues corres el peligro de no dar abasto. Yo no recuerdo, a parte de su “Diccionario Jázaro”, un libro tan denso e intenso en frases y metáforas memorables.

Robert Coover, otro experimental, dijo que Pavic piensa como los demás soñamos. Y como los sueños, la escritura de Pavic funciona como un caos de asociaciones libres donde el tiempo y el espacio se disuelven.  Atanás Razín compra bisnietos aún no nacidos, los bautiza y les cede propiedades que tambien ha comprado, para que las disfruten a doscientos años vista; como las gallinas que ponían huevos de tiempo en “El diccionario Jázaro”.

Ni siquiera voy a hacer mención de la trama porque es lo de menos; tampoco importa que Pavic sugiera, casi a mitad de la obra, leer su novela-crucigrama en horizontal y vertical (en horizontal es una extravagante historia de amor y en vertical una genealogía heróica). Puedes leerla de una tirada; no pasa nada porque la novela, compuesta de decenas de micro-historias –algunas de un solo párrafo-, se disfruta frase a frase, palabra por palabra, saboreando cada simil y metáfora sorprendentes.

Sin ánimo de ser exhaustivo (pesado para los amigos), dejaré un resumen de los rasgos más destacados del personalísimo estilo de Pavic y una selección de citas que lo ilustran:
-          Juego maniqueo constante de contrastes con los opuestos, saltos binarios y simetrias donde los contrarios se autocancelan y el orden temporal se alborota.
-          Decenas de símiles y metáforas chocantes.
-          Los personajes sufren metamorfosis, entre kafkianas y mitológicas, por obra de sentimientos o sucesos.
-          El azar es aritmético.
-          Descripción física de los personajes breve, indirecta, chocante y nada convencional.
-          Estilo sentencioso, oscuro, como hablando desde una sabiduría atávica y ancestral.
-          Podría hacerse una antologia del uso del rasgo físico insólito para describir personajes (nariz, ojos, bigotes, pelo, orejas…); pero me quedo con las cejas. Nunca habrás visto semejante despligue imaginativo de cejas.
-          Tremendismo descriptivo. Adjetivación caprichosa.

Si te gusta Pavic, nunca leerás nada parecido, no la olvidarás y no dejarás de releerla, entera o en pasajes sueltos.

Te dejo con una selección de frases:

Símiles y metáforas chocantes (una entre cien):
“…observándome sin pestañear con su mirada pegajosa que se adhiere como moho sobre todo lo que cae.”

Descripción física del personaje:
“…los guardabosques. Los observaba, eran más anchos bajo las axilas que en los hombros…”

“También iba Teofana Cikindjal, bellísima pintora de ojos transparentes como medusas que se hubieran tragado un pez, con las manos manchadas de color verde que hace daño a la vesícula, porque sólo pintaba cocodrilos”

La aritmética del azar:
leía una carta de cada cinco

Asimetrías:
“…era capaz de echar el aguardiente con la izquierda y el aceite con la derecha sin derramar ni una gota.”

Su pierna izquierda era más corta que la derecha y, como si estuviera bañada por un sudor diferente del de la otra, apestaba a cagada de rata y olía mucho más que su compañera.”

“De nuevo Cecilia sonrió y pudo verse que en la comisura izquierda de sus labios su sonrisa era rápida y delgada y en la derecha ancha y gruesa.”


Transformaciones:
“Pero en América el arquitecto Atanás Razín despertó una mañana convertido en mujer. El vello bajo las axilas le olía como el de la entrepierna de una mujer.”

El tiempo alborotado:
—No se asombre. Desde esa ventana siempre se ve el año siguiente.”

“Unicamente en nuestro tiempo se considera que todos los cuarentones tienen ya sesenta años. Antes no era así y después no lo será...”

Las infusiones son de cepillo de escoba:
“—Padre Tarquinio —le dijo la dueña de la casa—, prepare una tisana para el visitante. Una infusión de esa escoba de abedul con la que se limpia el umbral de la puerta. Lo más cargada posible. Si recuerdo bien, a ti siempre te gustaron las infusiones muy cargadas, ¿no?”

Antología de las cejas:
“…hombres que comían la leche agria con cuchillo y se peinaban las cejas con tenedor.”

“En ese instante desplegó las cejas como la cola de un pavo,”

“Entonces apareció en la puerta un hombre con la coronilla desnuda y las cejas anudadas.”

“Pero aquellos cabellos, las pestañas, las cejas, tenían un color ceniciento, como si un momento antes hubieran ardido y se hubieran apagado sin dañar su cara sonrosada y en su cabeza quedaran sólo las cenizas.”

Tremendismo y adjetivación caprichosa:
“Sus pechos se columpiaban de izquierda a derecha y no de arriba abajo.”

“Le pellizcaba de vez en cuando los pechos, rápido y al vuelo, diciendo que el bajo tiene que tener huevos y la soprano tetas.”

“La hermana de Vitacha, Vida, su anfitriona, guapa, rápida y bigotuda como un querubín, tenía tanto pecho como nalgas,…”

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