Título original: Kastanjemanden
© de la traducción: 2019, Lisa Pram
2019, Roca Editorial de Libros, S. L.
Páginas: 528
Sinopsis de la
editorial.
Una ventosa mañana de octubre en un tranquilo suburbio de
Copenhague, la policía realiza un terrible descubrimiento. Una joven ha sido
asesinada y abandonada en un parque infantil. Le han amputado una mano y sobre
el cadáver cuelga una pequeña figura hecha con castañas.
La joven inspectora Naia Thulin es la encargada del caso. Su
compañero, Mark Hess, es un inspector descontento que recientemente ha sido
expulsado de la sede central de Europol, en la Haya. En la figura de castañas
descubren una misteriosa huella que les llevará a una niña, la hija de la
ministra de Asuntos Sociales Rosa Hartung, desaparecida un año antes y que
presuntamente está muerta. Un hombre confesó el crimen en su momento y el caso
consta como resuelto y cerrado desde hace varios meses.
Al cabo de poco aparece otra mujer asesinada y de nuevo
encuentran una figura de castañas con la huella que les lleva a la niña. Thulin
y Hess presienten que los casos de la hija de la ministra y de las dos mujeres
asesinadas, que tienen en vilo a todo el país, están relacionados entre sí,
pero ¿cuál es la conexión?
Thulin y Hess trabajan contra reloj porque temen que el
asesino siga matando y creen que todavía no ha realizado su cometido final.
Comentario.
Asesino en serie frio, cruel y contundente, con el don de la
ubicuidad bien justificado que le hace ir un paso por delante de la
investigación policial. Mucho suspense natural sin truculencias facilonas,
buena ambientación, buena caracterización de los personajes, correcta
contextualización política y social, buen nivel de realismo social e inmersión
en la vida cotidiana, lenguaje fácil y fluido, distintos hilos narrativos bien
conectados y a buen ritmo, trama absorbente bien construida… ¿Qué más se puede
pedir a un thriller policial? Bien, pues “El
caso Hartung” tiene todo eso. Y lo más sorprendente es que Soren Sveistrup, guionista de series
como “The killing”, sea capaz de dar
el salto al mundo enriquecido de la novela y demostrarlo de modo tan
espectacular en la primera que escribe.
Lees un thriller policial para entretenerte y pasar un buen
rato con cierta predisposición a hacer concesiones por las rigideces del formato
y a no ponerte tiquismiquis por cuestiones de estilo o inconsistencias de las
tramas. No puedes leer un thriller con la misma disposición con que lees a
Joyce. Aun así, cuando los defectos sobrepasan el nivel de tolerancia de uno
(muy subjetivo, claro) hasta el punto de que producen sonrojo, dejas el libro y
a otra cosa.
A pesar de que el subgénero “Serial Killer” está ya muy
sobado sigue dando cancha a los escritores de “noir”. Quizá la línea más agotada
es la de “perfilero” formado en Quántico persigue a asesino en serie que va
dejando “marcas” como migas de pan en crímenes sucesivos. La parte más dudosa
de esta línea es cuando se intentan explicar las motivaciones del psicópata
entrando en su mente. “El caso Hartung” no va por ahí; se entra en la mente del
asesino muy avanzada la novela y solo lo justo para explicar sus acciones. Un
tópico gastado, que también se evita, es el del policía hipertraumatizado (tipo
Harry Hole de Nesbo) y empapado en alcohol. Naia Thulin y Mark Hess, la pareja
protagonista, son dos policías normales algo más competentes y tenaces que la
media. El conflicto radica en la falta de implicación inicial de Hess y en la línea
de investigación alternativa que sigue cuando se involucra de lleno en el caso.
Otra baza es la cautela con que se trata la típica relación sentimental entre
los protagonistas, apenas insinuada a lo largo de la novela y cerrada con mucho
tacto en la última página, lo más lejos posible del plúmbeo thriller
romántico-erótico.
La clave del éxito de esta buena novela es el sabio equilibrio
de los elementos en juego y el flujo natural, no forzado, de una historia
compleja.
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