martes, 6 de septiembre de 2016

EL BAJO IMPERIO ROMANO, 284-430 d.C. de Averil Cameron - Historia global clara y precisa, rica en asombrosos detalles y muy precavida con las fuentes - Valoración 9 sobre 10


Título original The later roman empire
Traductor Pablo Carbajosa | Inmaculada Utande
Páginas 238
Idioma Español
Publicación 1993 (2001)
Editorial Encuentro
  
Las dos obras de Averil Cameron “El Bajo Imperio romano, 284-430 d.C.” y “El mundo mediterráneo en la Antigüedad tardía, 395-600 d. C.”, podrían componer un solo libro, extraordinario, canónico, que empieza con Diocleciano y termina con las invasiones árabes. Junto con “El legado de Roma, una historia de Europa de 400 a 1000 de Chris Wickham, que abarca hasta el Occidente post carolingio, es todo lo que un lector no especialista, aunque exigente, puede necesitar. El libro de Bryan Ward-Perkins “La caída de Roma y el fin dela civilización” es un buen complemento para los gibbonianos confesos, como yo, al hacer hincapié en que la invasión germana de Occidente fue violenta y significó un descenso del nivel económico y cultural de esta parte del Imperio. A mí también me interesa cómo se extendió en cristianismo entre los siglos I y III, para lo que tendré que recurrir a la obra de Ramsay MacMullen “Christianizing the Roman Empire, A.D. 100-400 que reseñaré pronto, citado por Cameron en su bibliografía con el aviso “para una visión escéptica”. Puede completarse el panorama con el clásico de Per Brown "El mundo de la Antigüedad tardía".



El enfoque de Cameron se funda en el análisis precavido y hasta receloso de las fuentes, tanto narrativas como arqueológicas, la visión gradual de los procesos de cambio económico, militar, social, cultural y religioso, y el examen equilibrado y ecléctico de las diferentes hipótesis que intentan explicar esos cambios. Para explicar el “derrumbe” del Imperio se muestra favorable al concepto de colapso de sociedades complejas de Tainter (1).



En desacuerdo con las teorías que defienden el viraje brusco entre los mandatos de Diocleciano y Constantino dice:

Una vez consolidado como único emperador, Constantino pondría en movimiento grandes transformaciones que han invitado tanto a los historiadores de su época como a los modernos a contraponerlo tajantemente con Diocleciano; pero él mismo era producto de la Tetrarquía y, en muchos sentidos, el heredero de Diocleciano; así, gran parte de las transformaciones sociales, administrativas y económicas ocurridas durante su reinado simplemente llevaron a su lógica conclusión las innovaciones iniciadas por Diocleciano.”

En el balance del mandato de Constantino, lamenta no disponer de la versión de Amiano Marcelino (2) y dice:

Sin embargo, parece que no se produjeron grandes protestas por parte de la población pagana, y puede que las acciones de Constantino fueran más ambiguas de lo que deja entrever Eusebio. Esa ambigüedad no existía en lo que se refiere a la filiación de sus hijos, sobre todo de Constancio II, sobre quien escribe Amiano:

La llana y sencilla religión de los cristianos fue complicada por Constancio con fantasías de viejas [...]; el transporte público llevaba a toda prisa a un tropel de obispos de aquí para allá para asistir a lo que llaman sínodos y, con sus intentos de imponer conformidad, sólo consiguió Constancio paralizar el servicio de correos (XXI.6).

Al observar las primeras fases de esta evolución y contemplar las nuevas iglesias imperiales en construcción, muchos súbditos paganos de Constantino tuvieron que compartir la exasperación de Amiano

Un aspecto llamativo es cómo influyó la supresión de las penas por celibato por parte de Constantino en la proliferación del ascetismo cristiano. Se observa que a finales del siglo IV los monjes se calculaban por millares.

El libro sigue con un análisis de las relaciones Iglesia-Estado que legó Constantino, el intento frustrado de Juliano de restaurar el culto pagano, el estado tardo romano hasta Teodosio, la economía, los asuntos militares y la cultura.

Cierra sus conclusiones con esta frase:

Los problemas políticos, económicos y militares que experimentó en esta última fase el sistema imperial romano eran ciertamente muy grandes, y, como es natural, a menudo quedan reflejados en sus fuentes. Culturalmente, empero, la Antigüedad Tardía fue muy diferente de lo que este modelo sugiere. Diversa, cambiante, innovadora, contradictoria: todos estos epítetos pueden aplicarse con justicia al tumultuoso mundo de Amiano Marcelino. En cierto modo, se trataba de un mundo como el nuestro, con rápidos cambios y la consecuente sensación de confusión. No se trata del mundo clásico que nos es familiar, pero en eso reside precisamente su atractivo.”



Cameron nos enseña que la historia es interpretación del material que nos ofrecen las fuentes, y que ese material presenta muchos huecos; en el campo de la Antigüedad Tardía es un Gruyère con más agujeros que queso: un inmenso lago en que reconstruir la topografía del fondo con unas pocas piedras que asoman en la superficie. Como dijo Erwin Schrödinger (3) “Lo que intento decir es que la búsqueda honesta del conocimiento a menudo requiere permanecer en la ignorancia durante un periodo indefinido. En lugar de llenar los huecos por mera conjetura, la ciencia auténtica prefiere asumirlos; y no tanto por escrúpulos conscientes sobre la ilegitimidad de las mentiras como por la consideración de que, por fastidioso que sea el vacío, su superación mediante impostura elimina el imperativo de perseguir una respuesta admisible.” Cameron, en su apasionante relato histórico, se cuida de que a cada momento podamos distinguir los hechos de las conjeturas.

Cameron practica una historia global que integra política, economía, sociedad, cultura, religión, ejército…  Nada queda fuera de su penetrante mirada, y puede dar la impresión, quizá equivocada, que los pesos de tantos factores involucrados son equivalentes. Por ejemplo, trata del conflicto religioso, pero no queda clara su relevancia:

Pero aun cuando paganos y cristianos no entraran necesariamente en conflicto a lo largo de finales del siglo IV, fue éste un período tenso en las relaciones culturales y sociales. Durante los reinados de Valentiniano y Valente, el Senado soportó una serie de juicios provocados por agentes imperiales por delitos tales como magia, adulterio y otras transgresiones sexuales, y se celebraron de acuerdo con la ley de traición (maiestas), que permitía el uso de la tortura.”

Los cambios religiosos condicionaron los siguientes quince siglos de la historia de la humanidad y creo que merecen más espacio. El cristianismo se extendió en el entorno cultural propicio del neoplatonismo místico, mágico y ya milagrero que no deja de constatar Cameron:

La principal alternativa intelectual al cristianismo era el neoplatonismo, que también tenía un matiz religioso y supersticioso distintivo, sobre todo a través de la práctica de la teurgia, una técnica para convocar a los dioses por medios mágicos u ocultos; se vinculaba sobre todo con Jámblico, un filósofo de principios del siglo IV, de Apamea, en Siria, y de él pasó a Juliano por Máximo de Éfeso. La meta última de la teurgia, como del neoplatonismo en general, era la unión del alma con Dios; la magia y los milagros cotidianos eran simplemente un peldaño más bajo de la escalera que conducía al adepto a esta unión mística, pues las habilidades del teurgo le proporcionaban conocimiento y control sobre el mundo físico.”

El libro de Dodds (4) parece indicado para entender la interacción paganismo-cristianismo.

En resumen, un libro claro y preciso, rico en asombrosos detalles, muy precavido con las fuentes, que busca el equilibrio huyendo de las hipótesis radicales.

Por último, mencionar la interesante bibliografía comentada que nos deja al final del libro, muy útil para el que desee profundizar en algún tema concreto.



Deberes: 1. Leer la Historia de Amiano Marcelino, sin duda la mejor fuente de la época, y 2. Profundizar en el tema del entorno neoplatónico con tendencias, ascéticas, místicas y milagreras, en que prosperó el cristianismo.



NOTAS

(1)   The Collapse of Complex Societies, de J. A. Tainter (Cambridge, 1988)

(2)   Amiano Marcelino: Historias (Akal )

(3)   Erwin Schrödinger: La naturaleza y los griegos (1997)

(4)   E. R. Dodds: Paganos y cristianos en una épocade angustia (1968). Explica que antes de iniciarse la época eremitica cristiana, ya habían ermitaños paganos.
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