Título original: Spy Hook
Traducción de Francisco Martín
Planeta 1990
Páginas 268
“Haydon también daba
por cierto que los servicios secretos eran la única medida válida de la salud
política de una nación, la única expresión auténtica de su subconsciente.”
John Le Carré – El topo
“El género del
espionaje se alimenta de dos rasgos esenciales de la naturaleza humana: la
falsedad y la doblez.”
“Se le da a un
burócrata una perrera de madera y acaba convertida en un zoológico de lujo con
un edificio para oficinas.”
Len Deighton – Sedal para espías
Sobre Len Deighton (y
John Le Carré)
La inmersión en las complejas tramas de Len Deighton es una
experiencia desconocida para el lector moderno de thrillers, impaciente por
desenmascarar al malo, segregar adrenalina en la persecución y llegar a un
final explosivo. Leer a Deighton es otra cosa. Te sitúa en otras esferas, cotas
más altas, maneras más sublimes de disfrutar el thriller. Deighton propone una
forma única de intriga; si aceptas el juego, quedarás deslumbrado y emocionado.
La comparación con John Le Carré es inevitable. No la descarto, para más adelante, si me decido a
releer algunas de las primeras novelas de Le Carré como, por ejemplo, la
“Trilogía de Karla”. Puedo señalar, sin embargo, una diferencia importante: con
todas las reservas que queramos, en la saga de Smiley hay un propósito, una
voluntad de creer en el compromiso moral de los servicios de inteligencia con
su país; en las novelas de Samson, no veo ni rastro de esas buenas intenciones.
Le Carré escribió las novelas de Smiley en los años 60 y 70 coincidiendo con la
aparición de la serie Harry Palmer de Len Deighton (que no he leído). La serie
Bernard Samson se compone de 9 novelas organizadas en tres trilogías. Deighton
las escribió entre 1983 y 1996 y se desarrollan en el contexto de los años
finales de la “Guerra Fría” que involucran a la Stasi, el KGB, la CIA y los servicios
secretos británicos (SIS). Yo leí la primera trilogía, “Juego, Set y Partido”
en los 80 y quedé impresionado por su fino humor y la sutileza de los diálogos.
Después, no sé por qué, le perdí la pista. Ahora leeré de un tirón las dos
trilogías siguientes: “Anzuelo, Sedal y Plomo”, y “Fe, Esperanza y Caridad”. A
diferencia de Le Carré, Len Deighton dejó el género de espionaje después de la caída
del muro de Berlín, lo que ha sido causa, creo, de un injusto olvido. Quizá sea
la hora de reeditar las tres trilogías de Bernard Samson.
Sobre la saga de
Bernanrd Samson.
Siempre se dice aquello de que tal novela pertenece a tal
saga, pero puede leerse independientemente. No nos engañemos; casi nunca es
cierto. Supongo que las editoriales lo dicen para tranquilizar al lector, para
que no se sienta obligado a comprar diez o doce libros y empezar por el
primero. Poder, se puede; pero no es lo mismo. Y menos si hablamos de la
monumental saga de Len Deighton. Reconozco que las andanzas de Bernard Samson
pueden parecer caprichosas o desconexas, por falta de una visión general del
plan, y desalentar al lector de orden. Esto es así por una brillante estrategia
narrativa apoyada en una poderosa razón de inteligencia: Samson, que narra las
cinco primeras novelas en primera persona, para hacer creíble la deserción de
Fiona, debe ignorar el plan y reaccionar, a ojos del KGB, como un marido
traicionado. Si Samson, el narrador, ignora el plan, tampoco lo conocerá el
lector hasta “Plomo para espías”, la sexta novela. Empezar por ésta es una tentación,
pero no una opción: del mismo modo que las cinco primeras novelas no se
entienden hasta leer “Plomo”, ésta resulta un galimatías si no has luido las
anteriores. No creo que exista una saga de arquitectura tan interdependiente y
perfecta. Por suerte, porque armar el puzle que propone Deighton es uno de los
goces que ofrece la serie.
Bernard Samson se crio y educó en Berlín donde su padre,
Brian, era Jefe de Campo de los servicios secretos británicos. Desde muy
jóvenes, Bernard y su amigo Werner Volkmann,
hicieron pequeños trabajos de espionaje encargados por el padre. Luego pasó a
Londres donde trabajaba a las órdenes de Dicky Cruyer, a quien consideraba
incompetente y peligroso. Se casa con Fiona, una brillante agente con la que tiene
dos hijos; pero pronto – en la primera trilogía -, Fiona se pasa al KGB sin
informar a Samson. Éste queda muy resentido y sufre el ostracismo por parte de
jefes y compañeros de quienes desconfía. Se entregará en cuerpo y alma a
desentrañar las causas de la deserción de Fiona mientras trata de salir indemne
de las diversas operaciones y trampas en las que se ve envuelto.
Debido a sus orígenes modestos, ajeno a los círculos de
Oxbridge, Samson siente una innata aversión hacia la alta burocracia de los
servicios de inteligencia, que viven para el ascenso en el escalafón y cuya
meta es jubilarse con un título de Sir. Su mirada, rara vez neutra, busca el
contraste entre lo aparente y lo real, detecta la mancha en el cuadro perfecto,
la tara en la pieza de cerámica exquisita, el traspiés en la representación
redonda. Pero sus adversarios, lejos de ser ineptos, maniobran con habilidad, y
siempre queda la duda de si no será Samson el que ignora los últimos
propósitos, como una marioneta que se cree autónoma sin notar los hilos que la
mueven.
Lo que hace, básicamente, Bernard Samson, es hablar con unos
y otros, y desconfiar de todos. Los encuentros, ya sean casuales o buscados, en
superficie, no parecen más que charlas intrascendentes o meros chismorreos
entre viejos conocidos; pero, como el lector intuye, en el fondo se va tejiendo
una vaga red de indicios, que, entrecruzados, irán dando cuerpo a la trama
principal. Bernard se mueve en un contexto de intrigas burocráticas,
rivalidades y ambiciones personales, operaciones secretas de suma cero en que
todos juegan a neutralizar al contrario sin resultado práctico alguno. Una
interminable partida de ajedrez en la que sólo se permite la muerte de algunos
peones, y, cuya trascendencia histórica queda en entredicho.
Bernard Samson es el eslabón perdido entre Philip Marlowe y Bernie Gunther.
Sobre el estilo.
Como el mismo Deighton asegura: “Lo que puedo trasmitir a
través del diálogo, procuro eliminarlo de los pasajes descriptivos.” Esa es su
arma estilística principal: un puzle exquisito de diálogos incisivos combinado
con la descripción lateral, oblicua, de los rasgos físicos y psicológicos del
personaje. En la línea de la tradición de los grandes humoristas ingleses (Kingsley Amis, Anthony Burgess o Hillary Waugh), Deighton ataca a sus personajes
por los flancos, y busca el lado insólito, el detalle chocante, el contraste
entre la palabra y el gesto. Bernard Samson, protagonista y narrador en primera
persona, es, como mínimo, frío e irónico, y a menudo, cáustico y mordaz; un
puñetero paranoico con causa, que no se fía, literalmente, ni de su padre.
En la sexta novela de la serie, “Plomo para espías”,
Deighton detalla la historia completa, sólo entrevista en las cinco novelas
anteriores, ofreciendo la versión de otros personajes. Gloria, Fiona, los jefes
y colegas de Samson, explican los sucesos desde sus puntos de vista que
trastocan y cuestionan su, hasta ahora, único relato, posiblemente
distorsionado. Se han sembrado dudas sobre la fiabilidad de Bernanrd Samson.
“Anzuelo para espías.”
En “Anzuelo para espías” Bernard vive con Gloria, joven
agente a la que dobla la edad, y sus dos hijos. Lo envían a Washington para que
intente convencer a su excolega Jim Prettyman de
que viaje a Londres a dar explicaciones sobre unos fondos desaparecidos. No lo
consigue y, de regreso a Londres, se entera de que Prettyman ha muerto
acribillado a tiros. Todos sus contactos intentan disuadir a Samson que deje de
escarbar en la fuga de su mujer Fiona, hasta que el Director General ordena su
detención.
Todos los personajes, casi sin excepción, tienen una cara
oculta y segundas intenciones; es el caso de Theodor Kiss “Dodo”, pariente
lejano de Gloria, astuto y versátil estafador que intenta matar a Samson. O
pasados oscuros, revelados a retazos en cortes de diálogos, como las hermanas
Winter (Inger y Lisl), una furibunda nazi y otra, protectora de judíos, había
criado a Werner Volkmann, el único amigo de Bernard.
La novela es una soberbia ejecución de historias y diálogos
cruzados que, alternativamente, iluminan y oscurecen zonas del pasado y tienden
hilos, frágiles y eventuales, que conectan sucesos del presente. Pero nada
parece claro y definitivo. El final deja a Bernard en un callejón sin salida.
¿Qué pasará en “Sedal para espías”?
Lo dejo con una de las perlas Samson: “A veces me pregunto si las dudas y reservas que mostró mi generación
hacia el capitalismo fueron la consecuencia de haber sido arruinados y
humillados por nuestros padres en aquellas tardes de domingo jugando al
Monopoli”
¿Has leido el libro o te gustaria leerlo?. Haz tu comentario.
Has llegit el llibre o t'agradaria llegir-lo ?. Fes el teu comentari.
molt fan d'aquesta saga...
ResponderEliminar