viernes, 31 de marzo de 2017

EL PAISAJE DE LA HISTORIA de John Lewis Gaddis - Buen intento de conciliar el método histórico y el científico - Valoración 8,5 sobre 10


Título original The Landscape of History
Traductor Marco Aurelio Galmarini
Páginas 256
Idioma Español
Publicación 2002 (2004)
Editorial Editorial Anagrama S.A


No sabremos lo que somos mientras ignoremos lo que hemos sido. Por eso me interesa el relato histórico y las discusiones metodológicas que lo cuestionan o fundamentan.

“El paisaje de la historia” es una brillante reflexión  que compara los métodos de las ciencias históricas  y las naturales, desmarcándose del rumbo errático de las ciencias sociales que, para Gaddis, persisten en el modelo reduccionista del siglo XIX, mientras que las ciencias puras modernas ya lo han abandonado, adentrándose en el estudio de las regularidades que esconden la complejidad y el caos.

Cita a Poincaré a través de Henry Adams:

Aun cuando «nuestros medios de investigación fueran cada vez más penetrantes —escribió en un pasaje que cita Adams—, descubriríamos lo simple bajo lo complejo, luego lo complejo bajo lo simple. luego de nuevo lo simple bajo lo complejo y así sucesivamente sin poder prever nunca el último término». Estos hallazgos, observa Adams, «prometían bendición eterna a los matemáticos, pero llenaban de espanto a los historiadores

Gaddis recoge el testigo de E. O. Wilson y su concepto de “consiliencia” y se apoya en las reflexiones de Marc Bloch (1) y E. H. Carr (2), para abogar por la “tolerancia metodológica”. Todo vale si el resultado es bueno: intuición, inducción, deducción…La narración histórica, es una simulación del pasado (representación), provisionalmente válida, mientras no sea refutada por nuevos datos. Gribbin, en su magnífica “Historia de la ciencia”, ya explicaba cuan contingente era el progreso científico. Y estoy de acuerdo con los dos; a toro pasado, todo lo que ha sido azaroso y casual se pinta ordenado y bonito. Pero que el progreso científico sea contingente, igual que el histórico, no significa que el resultado también lo sea.

Los conceptos más inspiradores de la ciencia moderna le sirven de metáfora para desgranar los métodos de la investigación histórica; y subraya metáfora para que un nuevo Sokal no lo acuse de extrapolar. Así nos habla del “problema de los tres cuerpos” de Poincaré para discutir la causalidad; de los “atractores” de los sistemas dinámicos para plantear la cuestión del determinismo en historia; o de la autosimilitud y los cambios de escala de los fractales para relacionar la micro y macro historia. La parte en que discute estos paralelismos es muy interesante; por ejemplo cuando explica la autosimilitud a diferente escala de la conducta de Stalin que va de matar a un loro y a un perro que le molestaban, a eliminar a miles de opositores y millones de conciudadanos…¿También le molestaban?

Según Gaddis, la ciencia representa la realidad con modelos y la historia con mapas. Los mapas, como la historia, son distintos según la finalidad que tengan (gasolineras, monumentos, etc.). Para que la representación se adapte a la realidad, hacen falta algunos procedimientos adicionales:

-          Una preferencia por la sobriedad en las consecuencias, pero no en las causas.

-          La subordinación de la generalización a la narración.

-          La distinción entre lógica intemporal y lógica ligada al tiempo.

-          La integración de inducción y deducción.



Dice que la narrativa histórica procede con “experimentos mentales”, como lo hace la filosofía desde siempre o la física de Galileo, Einstein, Maxwell o Schrodinger; imaginando un escenario y deduciendo las consecuencias, alternativas, variables, retroverificación o predicción. La diferencia es que en matemáticas, física o biología, los modelos imaginarios pueden ser corroborados o refutados por observaciones… ¿Cómo se verifica un paisaje (modelo) histórico?

Hay otra diferencia que Gaddis no afronta y que complica enormemente la cuestión metodológica en historia y las humanidades en general: ¿Cómo librarse del sesgo ideológico en la investigación histórica?



Buen intento de conciliar el método histórico y el científico aunque, para lograrlo, atribuye al último más elasticidad de la que podíamos sospechar. Que la ciencia estudie fractales, sistemas complejos y caóticos, no significa que haya dejado de ser reduccionista; sin reducción no habría modelos ni teorías predictivas refutables. Las interpretaciones históricas discuten entre sí durante decenios o siglos, sin que una de ellas prevalezca sobre otras y sea aceptada unánimemente. En historia, los hechos observables, si los hay, se ocultan bajo capas de interpretaciones; una fuente no es un hecho, es una interpretación, y lo primero que hay que establecer es su fiabilidad.

Para avanzar en ciencia hay que hacerse la pregunta correcta y buscar respuestas en hechos observables; determinar donde pescar, tirar la caña y comprobar si el pez tiene la forma y tamaño esperados. En historia, pescamos en el mar del pasado donde ya no hay peces; tiras la caña y sacas un pedazo del texto de un antiguo pescador que habla de peces.

Me queda una duda: en ciencia, la teoría más reciente refuta o completa la teoría anterior; en historia (y en humanidades en general) coexisten numerosas teorías o interpretaciones. Parece más correcto comparar la historia, por un lado, con la ciencia más la ciencia-ficción juntas, por otro.

NOTAS
(1)   Marc Bloch: El oficio de historiador
(2)   E. H. Carr: ¿Qué es la historia?

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