Título original The eve of saint Venus
Traductor J. Ferrer Aleu
Páginas 175
Idioma Español
Publicación 1964 (1990)
Editorial Plaza & Janés Editores S.A.
Leer a Burgess después de Vonnegut es como beber una copa de
cava después de un trago de agua fresca.
Anthony Burgess es uno de los mejores escritores ingleses de
la segunda mitad del siglo XX. Su obra más conocida es “La naranja mecánica”,
pero su obra magna es “Poderes terrenales”, de la que su editor francés dijo
que era “su Ulises”. Hace años que leí las dos y alguna más (creo que de la
“Trilogía Malaya”). De “La naranja” me sorprendió que lograra hacer
comprensible e interesante una novela escrita en una jerga totalmente nueva y
“Poderes terrenales”…, bueno, es una de esas obras que dejan huella y que me
propongo releer este verano. “La víspera de Santa Venus” es el aperitivo, plato
breve y sabroso que despierta el apetito. Burgess dijo que esta novelita era un
homenaje al matrimonio y dedicó la nueva edición de 1981 a los Príncipes de
Gales, que se casaban ese año y se separaban en 1992.
El propio Burgess, en el prólogo, define la novelita como jeu d’esprit, pequeña farsa de salón en
que, sobre una situación trivial, se engarza un despliegue de humor, ingenio
vivaz y fina ironía. La situación trivial es la reunión de una pareja
prometida, Diana y Ambrose, con parientes y amigos en casa de los padres en
vísperas de la boda. El enredo nace de la renuncia al matrimonio de Diana y su
huida con una amiga lesbiana, al tiempo que Ambrose, el novio, despierta con
una Venus en su cama. El cura, convencido de que Ambrose está poseído por el
diablo, intenta un exorcismo pero equivoca el manual y recita la Oda a Venus de Lucrecio;
confundido y frustrado, se arranca los hábitos. En el fondo, todos saben que
Diana regresará; pero criados, padres y amigos, se enzarzan en una tumultuosa
discusión entre el tópico mito erótico de Venus y el pedestre “pasar por el
aro” del matrimonio.
Así describe al cura después de su fracasado exorcismo:
“El hombre parecía un
vagabundo intelectual, obligado a vagar por los caminos debido a la pederastia.”
Una pequeña joya de humor e ingenio, el perfecto aperitivo
para el plato principal de “Poderes terrenales”.