Año publicación 1987
Páginas 298
Adolfo Bioy Casares decía en “Descanso de caminantes” que “a los
lectores de Céline les gusta que les escriban a gritos”. Bien, ésta novela está
escrita a gritos y gemidos, y aquí
podría –quizá debería- acabar la reseña; pero como tengo que ganarme el sueldo
(imaginario), diré algo más. Es cierto que Zuckerman (Z. desde ahora) está
gimoteante; gime por la muerte de sus padres, las críticas adversas, tres
matrimonios fracasados, sus relaciones utilitarias y fugaces con amantes
casuales; y ya puestos, por su calvicie incipiente y los dolores psicosomáticos
que se automedica con opiáceos. Gime porque está petado y alucina porque va
hasta las cejas de Percodam y Demerol; pero en la pluma de Roth, los gimoteos
de Z. dan lugar a uno de los monólogos más brillantes de la novela
contemporánea, y los cuelgues, a una de las suplantaciones de personalidad más
divertidas que recuerdo.
Mira, te cuento un poco: tras una discusión con
Milton Appel, un crítico que lo saca de sus casillas, Z. va y se pasea por
Chicago alardeando ante todo dios de su éxito como empresario de porno duro…, y
¿cómo se hace llamar? Pues Milton Appel. Hasta reparte tarjetas con ese nombre.
La “Orgía de Praga” es un jueguecito algo extemporáneo,
un epílogo a la trilogía de Zuckerman, que muestra la élite cultural checa
reprimida en lo político, anonadada en la histeria sexual.
La trilogía de Zuckerman será apasionante para
“rotheros” declarados; los menos adictos pero curiosos, mejor que empiecen por
su Trilogía Americana.
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