Título original: Social Sciences as Sorcery
Stanislav Andreski, 1972
Traducción: Juan Carlos Curutchet
Taurus 1973
Páginas 289
Citado por Andreski, el Dr. Samuel Johnson (1709-1784) dijo
que «no es necesario comer todo el buey para averiguar si la carne está dura».
Se refería a que si un libro te resulta farragoso y pesado puedes dejarlo a un
lado sin remordimientos de conciencia. A excepción de una etapa juvenil de
formación, he practicado ese consejo a lo largo de los años y, creo, me ha
funcionado razonablemente bien.
Tengo la extraña costumbre de inclinarme por lecturas duras
en los momentos menos propicios. Por ejemplo, este agosto, durante los días de
mayor canícula del verano, me he dedicado a la filosofía política y del
derecho: Jon Elster, Hart, Dworkin, Walzer, Scott Shapiro y algún otro.
Shapiro, en su libro “Legalidad”, dedica 60 páginas a dirimir qué es el derecho
y por qué debería importarnos y casi te convence de que nadie sabe qué es el
derecho y (lo que es peor), a nadie le importa. Dworkin, en “Justicia para
erizos”, nos obsequia con 200 páginas sobre la Teoría de la Interpretación que
no sabes cómo interpretar. Y podría seguir. Coge cualquier tema de
humanidades-sociales, vete a la Wikipedia, y te toparás con siete teorías
vigentes que compiten entre sí. Que quieres un panorama más amplio y profundo sobre
un tema específico, por ejemplo en Teoría del Derecho, te vas a la estupenda
“Enciclopedia de filosofía y teoría del derecho” (los tres tomos disponibles en
internet). En “Técnicas argumentativas y clases de argumentos”, página 332 del
primer tomo, entre un montón de obviedades, te dice:
“La teoría de la pretensión afirma que
tanto el sistema jurídico como las normas jurídicas individuales y las
decisiones jurídicas tienen necesariamente una pretensión de corrección.”
¡Hay una Teoría de la Pretensión! Pues nada, por teorías que
no quede.
Confieso que, excepto el de Jon Elster, no he terminado
ninguno de los libros arriba mencionados. Una de las artes más perfeccionadas
por los escritores es la de captar el interés del lector en las primeras
páginas de un libro; el problema viene cuando toca desarrollar el plan y entras
en la argumentación: lo que no te suena obvio te parecerá trivial, si no lo
encuentras oscuro y farragoso lo verás pesado y bizantino. Eso te lleva al
desconcierto, la irritación y…, a dejarlo para un más tarde que nunca llega. Si
en ese estado de frustración y desasosiego cae en tus manos “Las ciencias
sociales como forma de brujería” de Andreski, lo hojeas, te relames, y pronto
te sientes culpable de caer en el sesgo de confirmación. Pero qué carajo, suena
divertido y certero. Pues a por él.
El libro de Andreski es una crítica devastadora al estado de
las ciencias sociales a finales de los años sesenta, pero creo que muchas de
sus objeciones siguen vigentes en pleno siglo XXI. En mayor o menor grado, ninguna
de las ramas del revolutum “humanidades-sociales” se libra de su atención y hay
leña para todas: filosofía, sociología, antropología, psicología, economía,
derecho… Es un libro escrito en un tono sañudo, implacable, virulento y, curiosamente,
del mismo modo que Andreski acusa a sus criticados de verbosidad
pseudocientífica, él cae en una especie de verbosidad furiosa, sin que ese
exceso le quite valor a la mayoría de sus reparos. Si acaso, le añade un punto
de gracia, siempre que el lector no se dé por aludido. Ya lo advierte en el
prólogo:
“Como el libro
presente se ocupa de los fenómenos que deben considerarse como indeseables
desde el punto de vista del progreso intelectual, las referencias a la
literatura normalmente son derogatorias. Esto no quiere decir que yo crea que
no se ha producido nada de valor; pero no se puede escribir sobre todo a la vez
y esto es más bien un opúsculo que un tratado. En mis publicaciones anteriores
se hallarán citadas numerosas contribuciones positivas al conocimiento, y
mencionaré muchas más en otros libros actualmente en preparación, especialmente
si vivo lo suficiente para escribir un tratado general.”
En pocas palabras: Andreski ya ha dicho cosas positivas
sobre las ciencias sociales en sus escritos anteriores y lo hará en los
posteriores, pero no las esperes en este libro.
Terminada la lectura en un suspiro, me puse manos a la obra con
una reseña que salió larguísima y no conseguía trasmitir el aire del libro de
Andreski. Es un autor que, a menudo, debido a su promiscuidad combativa, cae en
lo que podríamos llamar el “desorden de la batalla” y, aunque cada capítulo
tiene un objetivo, en el fragor del choque, no duda en disparar a todo lo que
se mueve, con lo que resulta difícil de resumir sin desvirtuarlo. Eso por un
lado. Por otro, también cuenta que tengo tres o cuatro reseñas atrasadas y
cierta prisa por liquidarlas.
Si, como a mí, te impactó las “Imposturas intelectuales” de
Alan Sokal, piensa que el libro de Andreski es su precursor como lo demuestra
con su primera cita en la introducción:
“Mientras la autoridad
inspira un temor respetuoso, la confusión y lo absurdo potencian las tendencias
conservadoras de la sociedad. En primer lugar, porque el pensamiento claro y
lógico comporta un incremento de los conocimientos (la evolución de las ciencias
naturales constituye el mejor ejemplo) y, tarde o temprano, el avance del saber
acaba minando el orden tradicional. La confusión de ideas, en cambio, no lleva
a ninguna parte y se puede mantener indefinidamente sin causar el menor impacto
en el mundo.”
STANISLAV ANDRESKI, Social Sciences as Sorcery, 1972, pág.
90.
Recomendación: Ante el riesgo de descartar el “opúsculo” de
Andreski por exagerado o caducado, aconsejo la lectura de “La explicación del
comportamiento social” de Jon Elster (2007), profesor Robert K. Merton de
Ciencias Sociales con especialidad en ciencia política y filosofía en la
Universidad de Columbia, donde se encontrarán muchas de las objeciones de
Andreski explicadas de manera más amplia y constructiva. Y una ironía: Robert
K. Merton, de cuya cátedra es titular Jon Elster, es una de las “víctimas” del
libro de Andreski.
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