Título original History of Western Philosophy
Traductor Julio Gómez de la Serna | Antonio Dorta
Páginas 425 - 463
Idioma Español
Publicación 1945 (1994)
Editorial Espasa Calpe
No voy a ser imparcial en esta reseña, aunque supongo que no
lo soy en ninguna. En realidad nadie lo es. Simplemente, unos autores disimulan
mejor su parcialidad que otros. Yo no voy a ser imparcial porque me siento en
deuda con este libro. Me enseñó que aprender, además de interesante, podía ser
divertido; lo que lo hace mucho más interesante. Me enseñó a no leer ni
escuchar nada con reverencia, a cuestionar todo lo que me parecía cuestionable
y a buscar criterios disidentes. Me enseñó a oír opiniones contrarias a las mías
y a entender que parte de razón podían contener. A interesarme por la historia,
la economía, las ciencias y ¡hasta por las matemáticas!. A ver la diferencia
entre la palabrería y los hechos. Y mucho más. Por eso, si tuviera un libro de
cabecera, que no lo tengo, sería éste. Y es el único libro que voy releyendo en
los últimos 40 años, a modo de “dieta depurativa mental”.
Alguien se preguntará a que se debe tanto encomio. Pues
mira, por estos motivos:
- Está escrito en un lenguaje claro, conciso, elegante, con un toque irónico y, a veces, grandioso.
- Pone las ideas en su contexto histórico, social y económico, haciendo comprensible porqué las cosas fueron por un lado y no por otro.
- Presenta a los autores desde una distancia respetuosa y valora sus ideas según lo que aportan al pensamiento de su época.
- Tiene en alta estima a los filósofos, pero marca las distancias entre la especulación y el duro (y a menudo peligroso) trabajo científico.
- No cansa. A diferencia de otras historias de la filosofía que, cuando llegas a Platón, tienes que salir a la terraza a respirar aire fresco y despejar la cabeza.
- Ideal para iniciarse en la historia del pensamiento sin aburrirse. Para adultos curiosos pero con reparos y para jóvenes o adolescentes. Olvídate de “La cabaña del tío Tom” o de “La historia de dos ciudades”; si consigues que tu hijo/a de 17 años lea esta historia de la filosofía, te felicitarás el resto de tu vida.
Tiene detractores que le reprochan no profundizar lo
suficiente en las doctrinas medievales (Leo Roberts), o que sea vulgar (George
Steiner, “el refinado”). Y admiradores como Einstein o Erwin Schrödinger, el del
gato cuántico. A mí me parece que dedica demasiado espacio a la filosofía
medieval, que en realidad es teología.
Sus síntesis históricas son impresionantes:
“El siglo XIII había
llevado a cabo una gran síntesis filosófica, teológica, política y social,
elaborada lentamente por la combinación de muchos elementos. El primer elemento
fue la filosofía griega pura, especialmente las filosofías de Pitágoras,
Parménides, Platón y Aristóteles. Luego vino, como resultado de las conquistas
de Alejandro, gran afluencia de creencias orientales37. Éstas, valiéndose del
orfismo y de los misterios, transformaron la perspectiva del mundo de habla griega
y, finalmente, del mundo de habla latina también. El dios muerto y resucitado,
la comida sacramental de lo que representaba la carne del dios, el segundo
nacimiento a una nueva vida por medio de una ceremonia análoga al bautismo,
vino a formar parte de la teología de amplios sectores del mundo romano pagano.
Con estas cosas se hallaba asociada una ética de liberación de la esclavitud de
la carne, que era, al menos teóricamente, ascética. De Siria, Egipto, Babilonia
y Persia vino la institución de un sacerdocio separado de la población laica,
dotado de poderes más o menos mágicos y capaz de ejercer considerable
influencia política. Ritos impresionantes, relacionados en gran parte con la
creencia en una vida después de la muerte, vinieron de las mismas fuentes. De
Persia, en particular, vino un dualismo que consideraba el mundo como campo de
batalla de dos grandes huestes: una, que era el bien, conducida por
Ahura-Mazda; la otra, que era el mal, dirigida por Ahriman. La magia negra era
el tipo de lo realizado con la ayuda de Ahriman y sus seguidores en el mundo de
los espíritus. Satán es una derivación de Ahriman.”
Una muestra de su ironía hablando de Roger Bacon (1214-1294):
“Al apoyar una
opinión, es un error argumentar con la sabiduría de nuestros antecesores, o de
la costumbre, o de la creencia común. En apoyo de su tesis, cita a Séneca,
Cicerón, Avicena, Averroes, Abelardo de Bath, San Jerónimo y San Crisóstomo.
Estas autoridades, parece pensar, bastan para probar que no se debe respetar la
autoridad.”
Por Tomás de Aquino muestra respeto y le dedica muchas páginas,
sin dejar de mencionar algunos despropósitos:
“Prohíbe la limitación
de los nacimientos, por ser contra natura; sin embargo, no prohíbe, por lo
mismo, el celibato perpetuo. El matrimonio debía ser indisoluble, porque el
padre es necesario para la educación
de los hijos, por ser más racional que la madre y por tener más fuerza física
cuando se precisa el castigo. No todo comercio carnal es pecaminoso, puesto que
es natural, pero considerar el estado de casado tan bueno como la continencia
es caer en la herejía de Joviniano. Debe haber una monogamia estricta; la
poligamia es injusta respecto a las mujeres y la poliandria hace incierta la
paternidad. El incesto ha de prohibirse, porque complicaría la vida familiar.
Contra el incesto de hermana con hermano hay un argumento muy curioso: si el
amor de marido y mujer estuviera combinado con el de hermano y hermana, la
atracción mutua sería tan fuerte que haría el trato carnal indebidamente
frecuente.”
Se muestra feminista cuando muestra el desprecio de Nietzsche
por las mujeres:
“En La voluntad de
Poder dice: «Nos complacemos en la mujer como quizá la más exquisita, delicada
y etérea clase de criatura. ¡Qué gusto es encontrar criaturas que sólo tienen
en la cabeza bailes, tonterías y finuras! Ellas han sido siempre la delicia de
toda alma varonil tensa y profunda». Sin embargo, incluso estas gracias sólo se
encuentran en las mujeres mientras son mantenidas en orden por hombres
varoniles; tan pronto logran alguna independencia se vuelven intolerables. «La
mujer tiene muchos motivos para avergonzarse; en la mujer hay mucha pedantería,
superficialidad, suficiencia, presunciones ridículas, licencia, e indiscreción
oculta... que hasta aquí ha sido en realidad mejor refrenada y dominada por el
miedo al hombre». Así habla en Más allá del bien y del mal, donde añade que
debíamos considerar a las mujeres como una propiedad, como los orientales. Todo
su juicio sobre las mujeres es ofrecido como una verdad axiomática; no está
respaldado por pruebas históricas o por su propia experiencia, que, en lo que
respecta a las mujeres, casi se redujo a su hermana.”
Sólo pretendo mostrar pequeños bocados de este gran manjar
que es la Historia de la filosofía occidental. Si os pica
la curiosidad, no lo dudéis, es el mejor libro para iniciarse. Por mi parte,
estoy impaciente por ponerlo en manos de mi hija pequeña y no renuncio a la
posibilidad de que lo lean las mayores. Un 10.
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