No reseño artículos, pero es que este me viene al dedillo.
Hace años que le vengo dando vueltas al giro que han dado importantes
historiadores al papel de la Edad Media
en el progreso de la civilización occidental. Ha pasado de ser la
Edad Oscura, 1.000 años de parálisis y
retroceso de la civilización, desde la caída del Imperio Romano hasta el
Renacimiento, a ser una época fértil que propició la Europa moderna. Resulta que
hemos necesitado un milenio de lento empuje para llegar a los últimos 250 años
de aceleración cultural, científica y tecnológica. ¿Mil kilómetros calentando
para correr 250? Nunca me ha cuadrado. Para mí, han sido mil años de obstáculos
y frenos, para, en los últimos 250, penosamente liberados de los lastres,
iniciar la carrera del progreso.
El principal impulsor de esta “Edad Media de las Luces” ha
sido Jacques Le Goff con una obra ingente dedicada a reivindicar la
Edad Media y a menospreciar el papel del
Imperio Romano. Desde Le Goff muchos se han subido a este carro. ¿Tendrá algo
que ver lo de cimentar nuestra “común herencia histórica” enalteciendo el papel
del cristianismo? Se trata de que una vuelta a la visión clásica de la Edad de la Tinieblas parezca
políticamente incorrecta. Y lo están logrando.
La técnica consiste en darlo por hecho. Lo mismo sucede con
otros pilares fundamentales de nuestra cultura, por ejemplo, la historicidad de
Jesús. ¿Qué pasaría si se demostrara
que la figura histórica de Jesús
nunca existió? Que se derrumbaría la mole del gran edificio de la religión (o
no. Si la gente necesita creer en trascendencias, ya se las arreglará para
seguir creyendo). Solución: darlo por supuesto y hacer que sostener lo
contrario sea políticamente incorrecto. En la Wikipedia podemos leer:
“Hay «un consenso prácticamente universal»
entre los estudiosos que Jesús
existió históricamente” y un poco después “no cabe certeza en cuanto a que Jesús
era el Jesús histórico, y que
también debería ser más erudita la investigación y el debate sobre este tema”.
Vaya. ¿Qué la investigación debería ser más erudita? ¿Y por qué no lo es?
Profundizando un poco resulta que las fuentes son los Evangelios y las cartas
de los apóstoles (que unánimemente se consideran poco fiables), y dos menciones
de Josefo y una de Tácito que “parecen” interpolaciones de escribas cristianos.
Nada más. Y el consenso es “prácticamente universal”.
El artículo que me ocupa “The Tragedy of Theology: How Religion Caused and Extended the Dark Ages”
, de Andrew Bernstein, lo pesqué revisando la bibliografía de “Faith versus Fact” de Jerry A. Coyne,
que pronto reseñaré, donde nos obsequia con una cita de Stark:
“El surgimiento de la
ciencia no era una extensión de las enseñanzas clásicas. Fue la consecuencia
natural de la doctrina cristiana: la naturaleza existe porque fue creada por
Dios. Para amar y honrar a Dios, era necesario
apreciar las maravillas de su obra. Debido a que Dios es perfecto, sus obras
funcionan de acuerdo con los principios inmutables. Por el pleno uso de
nuestros poderes de la razón y la observación dados por Dios, debería ser
posible descubrir estos principios.” Nótese que, según, Stark, la razón y
la observación, que son las bases del conocimiento científico (Popper), son
aportaciones del cristianismo. Si la naturaleza existe porque fue creada por
Dios, le recomiendo a Stark que eche un vistazo a este diálogo de Los escritos irreverentes de Mark Twain:
“—La araña mata a la
mosca y se la come. El pájaro mata a la araña y se la come. El gato montés mata
al ganso. El… En fin, todos se matan entre sí. Es asesinato, una y otra vez.
Estamos ante incontables multitudes de criaturas y todas matan, matan, matan.
Todas son asesinas. ¿Y no se las puede culpar, oh Divino?
—No se las puede
culpar. Es la ley de su naturaleza. Y la ley de la naturaleza es siempre la Ley de Dios.”
Pero vamos al artículo de marras. Lo busco en Google y lo
encuentro en este enlace https://www.theobjectivestandard.com/issues/2006-winter/tragedy-of-theology/
Es una
crítica del
libro de Rodney Stark “The Victory of
Reason: How Christianity Led to Freedom, Capitalism, and Western Success”. El
título lo dice todo: la libertad, el capitalismo y el éxito de Occidente lo
trajo el cristianismo. Stark es un sociólogo de la religión y un as de la
indefinición. Se describe a sí mismo como “incapaz de tener fe religiosa”, un
“cristiano cultural”, un “cristiano independiente” y hasta “probablemente
agnóstico”. Poseedor de varios premios y distinciones, yo le concedería el
Primer Premio a la Ambigüedad
y el Camuflaje Ideológico, si existiera dicho premio.
Andrew Bernstein es un profesor de filosofía, liberal y
partidario del Objetivismo de Ayn Rand.
Bernstein ataca sin contemplaciones la tesis de Stark. A
saber: “El cristianismo medieval era
fundamentalmente, quizás exclusivamente, responsable del gran progreso causados
por la civilización occidental en la filosofía, las artes, la ciencia, la
tecnología y la libertad.”
Y lo hace con argumentos
históricos:
1. Stark afirma que el nivel de vida aumentó en la
Edad Media y Bernstein cita al economista Angus
Maddison cuyas investigaciones demuestran que Europa tuvo un crecimiento cero
entre los años 500 y 1.500. Señala el retroceso que vivió Europa en salud
pública y saneamiento de las aguas residuales que costó la vida a más de 20
millones de personas en las sucesivas plagas de peste bubónica:
“Por el contrario, la
antigua Roma había sido significativamente más avanzada:... “Grandes ciudades
del Imperio instalan sistemas de drenaje a la que se conectan las
letrinas", y los "ricos disfrutaban de lujos tales como agua
corriente, incluso los indigentes tenía acceso a los baños públicos.”
La educación y alfabetización también retrocedió en la
Edad Media. Se aprendía mal latín y se
perdió el conocimiento del griego que significó la pérdida simultánea de la
filosofía, las matemáticas, la medicina, la ingeniería y la ciencia. Los
griegos estaban fascinados por el mundo natural mientras los cristianos
intentaban conocer a Dios.
En medicina, el conocimiento acumulado por los griegos y
romanos, fue sustituido por la mística absoluta.
“San Agustín creía que
los demonios eran los responsables de las enfermedades, una trágica regresión
desde Hipócrates.”
En el 529 el emperador Justiniano prohibió la enseñanza de
filosofía griega porque era “inherentemente subversiva con la creencia
cristiana”
2. La
Iglesia se mantuvo en guerra contra la razón cuando no la
podía instrumentalizar para sus fines: lucha constante contra la herejía
(hereje: mente independiente que no comparte los dogmas oficiales), arrianos,
maniqueos, donatistas, albigenses, cataros:
“El Papa Inocencio III
en 1208, al frente de un ejército de cazadores de herejes, tomó por asalto la ciudad
de Béziers en 1209. Tanto los católicos leales como los cátaros de la ciudad se
refugiaron en las iglesias; los invasores irrumpen y los sacrificaron a todos:
hombres, mujeres, niños, bebés, inválidos y sacerdotes.” Bajo la consigna “matadlos a todos, Dios reconocerá a los
suyos” murieron unas 20.000 personas.
Además de los herejes se perseguía y amenazaba a todos los
pensadores originales: Pedro Abelardo, Guillermo
de Conches, Jean Roscelin, incluso Tomás de Aquino.
Bernstein dice:
“La verdad es que la
mente creativa no puede funcionar bajo un régimen de terror. Su misión sagrada
para con el conocimiento no le permite dejar de hacer preguntas difíciles,
hacer hipótesis sobre principios veraces, sin mirar por encima del hombro por
la presencia inquietante de la
Inquisición, o de imponer la autocensura, ya que se ve obligado
a vivir con el temor constante de perder su libertad, incluso su vida.”
Bernstein concede a Stark que se usaba la razón, pero
supeditada a fe y culpa a Agustín de que:
“Tales fundamentos
conducen necesariamente a la
elevación de la teología (el estudio de Dios) como la disciplina cognitiva en
el poder, y la devaluación de la ciencia y la filosofía secular (el estudio de
la naturaleza y de la vida terrena del hombre).”
Acusa a la Edad Media,
cuando se fijó en Aristóteles, de tomar sólo su instrumental lógico e ignorar
su gran aportación naturalista:
“Tomás de Aquino, por
ejemplo, era el mayor experto en relación con la historia del campo de
"angelología". Nadie podía igualar su "conocimiento" de los
ángeles, y dedicó mucho más en su masiva Suma Teológica a ellos que a la
física.
Esta es la tragedia de
la teología en su esencia destilada: El empleo de la inteligencia humana de
alta potencia, de genio, de profundamente rigurosa lógica deductiva a estudiar
nada.”
Bernstein hace una apasionada defensa de Aristóteles y
reprocha a los pensadores de la Edad Media
haber sesgado y tomado sólo una ínfima parte de su filosofía:
“Su extraordinaria
curiosidad intelectual y su energía le llevaron a investigar todos los campos
del conocimiento de los hombres de su tiempo en la lógica, la ética, la
estética, la metafísica, la física, la biología, meteorología, y mucho más, y
pionero en la comprensión del hombre en muchos de ellos. A lo largo de los
vastos corpus de su escritura, su obra muestra la búsqueda apasionada de la
verdad sin pasión.”
Después de una larga defensa de Aristóteles, Bernstein nos
deja, como botón de muestra, la frase con que la Inquisición condenó a
Galileo:
“Porque sostiene y cree
una doctrina que era falsa y contraria a las Sagradas Escrituras."
Esta polémica puede seguirse en internet con otras
aportaciones. Entre ellas la de Jerry A. Coyne https://whyevolutionistrue.wordpress.com/2014/02/14/why-religion-can-be-rational-but-is-doing-it-wrong/
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