sábado, 16 de junio de 2018

EL PESO DE LA PRUEBA de Scott Turow - Mucho más que un buen thriller judicial. - Valoración 9/10

Título Original: The burden of proof
Páginas: 455
Traductor: Gardini, Carlos
©1990, Turow, Scott
©1991, Círculo de Lectores, S.A.

Alejandro (Sandy) Stern fue el abogado defensor de Rusty Sabich en “Presunto inocente”. Ahora, en la segunda novela de la trilogía del imaginario Condado de Kindle, tiene 56 años y debe enfrentarse a un drama personal, - el suicidio de su mujer, Clara-, y la defensa ante un Gran Jurado de su cuñado Dixon, sospechoso de una estafa corporativa. El caso Dixon presenta extrañas ramificaciones que implican a su yerno John y a sus hijos Peter y Kate. Marta, la otra hija de Stern, también abogada, lo ayuda cuando éste es obligado a declarar ante el Gran Jurado bajo la amenaza de cárcel por desacato. Cuando Stern descubre que Clara, una mujer reservada y depresiva, estaba en tratamiento de herpes genital, toda su ordenada vida de ciudadano digno y responsable de clase media se desploma. ¿Qué empujó a Clara al suicidio? ¿Le había sido infiel? ¿Qué relaciona el suicidio de Clara con el caso Maison Dixon, en el que, gradualmente, va apareciendo implicada toda la familia Stern?

Después de 30 años dedicados a los tribunales, Stern es consciente de sus limitaciones: fue incapaz de notar el sufrimiento de Clara y de relacionarse con sus hijos que, con Peter a la cabeza, manejaban a sus espaldas los asuntos familiares. Ahora deberá hacer frente a las incógnitas del pasado y las graves amenazas del presente.

Aun sin el suspense judicial, “El peso de la prueba” seguiría siendo una gran novela. Turow se mueve en el denso espacio de las frustraciones personales, la complejidad de las redes familiares, la desesperación emocional y el frenesí sexual de la clase media de los suburbios americanos. Y lo hace casi tan bien como Richard Yates, John Cheever o John Updike; con gran sensibilidad por sus personajes. Todos, principales y secundarios, muy bien desarrollados y construidos sobre buenas historias, merecen la comprensión de Stern: el doctor Nate Cawley y su esposa Fiona, metidos en un penoso divorcio; Helen, su vecina divorciada necesitada de sexo; su hermana Silvia, casada con “el tiburón” Dixon “la bragueta más rápida del Oeste”; su hija Marta, abogada hiperactiva que “parecía vivir su vida como una máquina. Si la enchufabas en cualquier parte, funcionaba a plena potencia.” O el teniente Nogalski del que recibe gran ayuda en pago a un favor que Stern ni siquiera recordaba. Sus relaciones con Sonia Klonsky, la ayudante del fiscal federal Sennett, con una mastectomía y embarazada, son sutiles y estremecedoras. La fragilidad de la vida humana, buenas intenciones que se convierten en errores, los actos compulsivos y sus consecuencias, la incomunicación de las parejas que comparten toda una vida… Esos son algunos de los temas de fondo de la estupenda novela de Turow.
Mucho más que un buen thriller judicial. Ahora a leer “Punto débil”, la tercera novela de la trilogía del condado de Kindle, y, quizá, releer la primera, “Presunto inocente”, de la que recuerdo más la película que la novela. En realidad, habría que leer a Turow entero. 
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