Traductor Francisco Javier Villaverde González
Páginas 456
Idioma Español
Publicación 2011 (2016)
Editorial Alfaguara
En esta novela,
segunda de la serie Szacki, despues de “El caso Telak”, Miloszewski cumple a la
perfección con lo normativo del género y lo expande a lo ancho y lo hondo en un
equilibrio gozoso que no perjudica la tensión narrativa. El diseño del
protagonista y los personajes principales es directo y completo. Los
secundarios tienen cuerpo, densidad y buenas historias. Abre el suspense en
varias direcciones y lo enriquece sin perderse. Su narrativa es opulenta,
repleta de detalles que interesan sin desorientar al lector ni distraer la
historia. Cuando debate sobre la estrechez cultural y combate los tópicos de la
psicología social polaca: el catolicismo imperante, el antisemitismo histórico
y profundamente arraigado; lo hace desde dentro de la trama, imbricado con la
investigación (el encuentro de Szacki con el joven rabino es memorable). Hasta
tiene sus dosis de aventura gótica cuando exploran los túneles laberínticos que
perforan el subsuelo de Sandomierz en busca del desaparecido Szyller.
Teodor Szacki es racional, escéptico, prepotente y áspero. Desprecia la
estupidez de la prensa y es muy crítico con la estrechez cultural de los
polacos. Tiene una fuerte pulsión erótica que se revela a lo largo de toda la
novela y que, supongo, refleja la represión sexual y los tabúes católicos de la
sociedad polaca.
El fiscal Teodor Szacki, ahora divorciado, tiene nuevo destino en
Sandomierz, pequeña ciudad de unos 27.000 habitantes a orillas del
Vístula y unos 200 kmts de Varsovia. Su nueva jefa, Maria Miszczyk, tranquila y
maternal, admira su impresionante carrera y lo obsequia con pastelitos caseros.
La fiscal Sobieraj, su compañera a la que Szacki se refiere, para sus adentros
como “el chochin intachable”, lo ve como un intruso engreído y siente rechazo
hacia él. Su exmujer, Weronika, tiene nueva pareja y Hela, su hija
preadolescente, muestra poco interés en visitarlo. Szacki se siente solo,
inadaptado, irascible y asfixiado en el ambiente provinciano de Sandomierz.
Aparece el cadáver de, Elżbieta
Budnik, una conocida activista social, desnuda, lavada y
degollada, víctima de lo que parece una muerte ritual judía. Su marido, Grzegorz Budnik, presidente del pleno
municipal y al principio sospechoso, también muere en circunstancias parecidas.
Es una pareja modélica, admirada y querida por todos; pero el fiscal descubre que
Elżbieta mantenía una relación con el rico empresario
Jerzy Szyller, nacionalista polaco y antisemita camuflado. Szacki le pone vigilancia,
pero Szyller desaparece.
Los indicios hallados en las dos escenas del
crimen quieren dirigir la investigación hacia un posible asesino de origen judío
que practica ejecuciones rituales. El fiscal no lo descarta, pero contempla
otras opciones que lo llevan a explorar la complejidad de las relaciones
locales y los lastres de la historia.
Miloszewski con una
novela divertida, opulenta y sugestiva, compite sin complejos con la novela
negra nórdica. Le pongo un 9 por el pequeño lío que me hice con la inculpación
del inspector Leon Wilczur; si no de daría el 10.
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