martes, 22 de diciembre de 2015

PUREZA de Jonathan Franzen

Título original Purity
Traductor Enrique de Hériz
Páginas 672
Idioma Español
Publicación 2015 (2015)
Editorial Ediciones Salamandra S.A.
 
Jonathan Franzen pasa por uno de los grandes escritores norteamericanos contemporáneos; pero a mí no me acaba de convencer. Ya "Las correcciones" y "Libertad" me cayeron de las manos (en algún momento haré una lista de los grandes libros que no he podido terminar). He leido "Pureza" y me ha decepcionado, confirmando mis prevenciones.
Pip Tyler tiene 20 años, una madre histérica e hipocondríaca, trabaja en una empresa de telemarketing que vende servicios indescifrables, vive en una casa okupa y tiene una hipoteca universitaria que no sabe cómo pagar.
La novela trata, entre otras cosas, de la búsqueda del padre desconocido y de las rocambolescas historias de los personajes que rodean a Pip, profundizando de forma prolija en su pasado y sus taras psicológicas.
Uno de los personajes centrales es Andreas Wolf, una especie de Julian Assange, ególatra y onanista compulsivo, marcado por unas relaciones ambivalentes con su madre.
En general, el dibujo de los personajes es extenso pero incompleto; se hace énfasis en las extravagancias para sorprender al lector, resultando un puzzle de rarezas poco consistente. La impresión final es que tratamos con un grupo de desequilibrados.
En cuanto a la crítica social o histórica (internet, la industria militar, la vida en la RDA comunista, etc.), es superficial y no aporta nada.
Del argumento, sólo diré que todo pende del rechazo inicial de Anabele a una herencia de 1.000 millones de dólares. ¿De verdad?
Resumiendo: argumento folletinesco presentado a la moderna, con el conveniente desorden temporal de los capítulos; psicología efectista basada en el desequilibrio sexual; estilo poco literario, cercano al ensayo periodístico y muy propenso a las palabras largas y frases complejas.
Pinta de  producto cultural de gama alta, bien presentado y envuelto, más rebuscado que profundo, y poco consistente. Está claro que a mí no me gusta. No importa. Tampoco me gusta Haruki Murakami. Un 6.

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